Han sido el chollo del siglo. Por varios motivos. Pero básicamente tres. El llamada "España de las autonomías" ha permitido: 1/ el nacimiento de los llamados "barones" territoriales. Gente que sin el poder autonómico no habrían tenido espacio para hacer carrera ni para ejercer presión interna y ser alguien dentro de sus partidos, 2/ colocar miles de personas en cargos, cosa que ha dado a estos barones un poder nunca soñado y 3/ disponer de un presupuesto con el cual premiar y castigar.
Aquello que fue inventado para diluir el sentimiento nacional de catalanes y vascos ha acabado convertido en un quiero y no puedo. Porque realmente la España profundamente jacobina no se cree la España autonómica. Y no se la cree porque no existe. No ha existido nunca. El café para todos era chicoria. España es autonomista por interés pero antiautonomista por convicción. VOX es el mejor ejemplo. Quiere acabar con las autonomías, cosa que por cierto es anticonstitucional, pero se presenta a unas elecciones autonómicas. Y saca 12 diputados. Y no renuncia a ellos. Y, además, pacta para dar la presidencia del Parlamento a Ciudadanos.
Caray, para no creer en el sistema autonómico, no está nada mal. Sobre todo para empezar.
Pero tener poder autonómico también ha servido para disponer de una espléndida plataforma desde la cual criticar a los malditos catalanes, que han pasado de ser insolidarios a golpistas. Y de golpistas a terroristas. ¡Siempre adelante! Las autonomías antiautonomistas nunca han reivindicado nada. Claro, no tenían nada que reivindicar porque eran un caparazónvacío y lo querían seguir siendo. Cuándo no tienes el impulso de querer gestionar porque no te crees lo que dices que eres, ¿por qué se te tendría que ocurrir pedir la gestión de nada, verdad? Si, además, gestionar quiere decir tener que ponerte a hacer cosas. Uf, qué molestia más molesta.
Pero cuando los pérfidos catalanes reclamaban alguna cosa, en las autonomías antiautonómicas había hostias para pedir lo mismo. Y dos huevos duros. Les venía a todos unas ganas de pillar cacho que se explican de forma magistral en aquel gag del Polonia de la mierda pinchada en un palo...
Y cuando acaba el año, los diversos presidentes autonómicos que no se creen su propia autonomía nos recuerdan la realidad. Por si a veces la olvidáramos. Y nos aparecen en sus discursos hablando de sus cosas, pero dejando siempre un pequeño apartado para hablar de los catalanes. Mal, naturalmente.
- Hola, vengo a hablarles de nuestra autonomía que, por cierto, ¿estos catalanes quién se han creído que son? Primero ladrones insaciables que querían robar las dentaduras postizas de nuestros abuelos y ahora quieren destruir las dentaduras y a España. Violentamente. Pero usted tiene mucha suerte porque yo estoy aquí para salvarlo. No, no me lo agradezca... bien, sí, un poquito. Vóteme y yo le liberaré de los catalanes, que para eso están. Para que yo le libere de ellos.