Continúa el desfile de la colección de primavera del PP, con toda la cúpula de la época Bárcenas declarando en el juicio por los papeles del extesorero del partido. Y esta tarde les tocaba a José María Aznar y a Mariano Rajoy. Como testigos. Aunque sería más exacto decir que lo han hecho como amnésicos, sobre todo Aznar.
Servidor se ha tragado las dos comparecencias sin esperanzas de superar el gran impacto de ayer por la mañana, pero como dijo el poeta "si se tiene que hacer, se hace". Y, ahora perdóneme que me dé la razón, pero lo he acertado. La verdad es que jugaba con ventaja. El gran momento que nos regaló Javier Arenas es... ¡IN-SU-PE-RA-BLE! Fue cuando le dijeron "Oiga, ¿usted sabe a quién se refiere el apunte contable de Bárcenas con el nombre 'Javier Are'?". Y él ni corto ni perezoso va y dice: "En el PP hay mucha gente que se llama Javier". ¡OOOOOLÉ TUS GÜEBOS!
Ayer el señor que no es Javier Are declaró por vídeoconferència en aplicación de la normativa "para evitar el riesgo de contagio por COVID". Dolores de Cospedal también. Como hoy lo han hecho los dos expresidentes peperos del Gobierno. Aznar durante una hora y once minutos teniendo detrás de si una extensa librería y Rajoy durante dos horas y tres minutos y con nueve fotos en blanco y negro colgadas en la pared de su izquierda y una planta en su lado derecho. ¿Cuál? Según la usuaria de twitter Anna Codina (@anna_fosca) era una dracaena fragans. Y no, no haré la broma y no preguntaré si era Fragans Iribarne.
Total, que Aznar estaba solo consigo mismo en el despacho de su domicilio y no ha querido quitarse la mascarilla. ¿Por qué? Se lo ha preguntado Gonzalo Boye, uno de los abogados de las acusaciones particulares. Respuesta: "Respeto las recomendaciones de las autoridades sanitarias, al igual que recomiendan no viajar y mantener distancia". O sea, hemos pasado del “¿Quien te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber? Déjame que las beba tranquilo (...) A mi no me gusta que me digan que no puedo ir a más de tanta velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, no puede usted comer esto, debe comer esto y además le prohibo beber vino” al "Yo respeto lo que digan las autoridades". Emocionante. ¿Problema? Bien, según ha explicado Patrycia Centeno (@PoliticayModa), experta en lenguaje no verbal: "Cuanto más ocultamos el cuerpo, más fácil nos resulta mentir". Pos eso.
Total, que la acumulación de CO2 existente entre su exbigote y la mascarilla le ha borrado la memoria. Por no recordar ni ha recordado el contenido de la demanda que presentó contra El País por la publicación de los papeles de Bárcenas (y en algún momento parecía que ni recordaba haber presentado ninguna demanda). Tampoco le ha venido nada de una conversación con alguien de Libertad Digital (el medio de Jiménez Losantos) sobre una ampliación de capital de esta empresa que ya quedó acreditado en una sentencia que se financió con dinero negro del PP.
En relación a la declaración de Mariano Rajoy, la primera media hora se puede resumir con dos frases que ha ido repitiendo sin cesar: Que no sabía "absolutamente nada" y que todo era "absolutamente falso". Después ha añadido que "Es un delirio y empieza a ser una vergüenza lo que estamos viviendo". A partir de aquí se ha dedicado a repetir mucho que "Nadie en el partido ha hablado nunca de ninguna caja B, por lo tanto no ha existido". ¿Problema? Tanto una sentencia de la Audiencia Nacional como la ratificación posterior del Tribunal Supremo acreditan una caja B en el Partido Popular y la existencia de pruebas que lo demuestran. Vaya por Dios. Y la Virgen María.
Como era de esperar, las dos declaraciones no servirán de nada. España seguirá siendo un país corrupto porque los partidos políticos continúan con la táctica de no hacer nada cuando les toca a ellos y escandalizarse mucho cuando les toca a los enemigos. Y mientras, según el economista e investigador en Renda Básica Julen Bollain, el coste anual de la corrupción en el estado es de 90 mil millones de euros (NOVENTA MIL MILLONES). Eso significa un 8% del PIB, cuatro veces el gasto en subsidios de paro y dos veces el presupuesto en educación. Ojo, pero como siempre sucede, no sucede nada. Ni sucederá.