¿Quiere ver un auténtico agujero negro? Y no, la frase no es de una película de estas que resulta que no ve nadie y que en el mundo de eufemismos en el que vivimos le llaman para adultos. Hablo de política. Y más concretamente de la campaña electoral. De esta campaña.
Qué horror, diosmiojesucristoylavirgen. Y qué pereza. Infinita es poco. Cada vez más, cuando una campaña electoral entra por la puerta, la inteligencia huye por la ventana. A una velocidad Usain Bolt.
Oyes la radio por la mañana, mientras estás en la ducha intentando sacarte la legaña incrustada, y cuando pillas el momento en que pasan los cortes de lo que han dicho los candidatos (y las candidatas) el día anterior, te entran unas terribles ganas de comprar un billete al agujero negro este que acaban de fotografiar. Y una vez allí, acabar de enjabonarte y pensar que en otra dimensión las campañas quizás no se fundamentan en mensajes tan finitos-finitos como agotadoramente innecesarios y prescindibles.
Lo más desmoralizante de todo es que nos toman por seres unineuronales que sólo respondemos a estímulos primarios. Han convertido las campañas en un black friday de la verdad y la credibilidad y todos los mensajes son una inmensa oferta por derribo de las ideas.
Se trata de no proponer nada sino de instalar la idea de que un voto para el rival, que ahora es identificado como el enemigo, será la hecatombe nuclear del zombi lleno de pústulas. "No, no nos vote a nosotros porque tengamos cosas que ofrecerle y soluciones a los problemas sino para que no gane nuestro enemigo".
Se trata de decirnos que el enemigo es un peligro. "Vótenos a nosotros porque los otros son unos peligrosos impresentables que se comerán a nuestros hijos y les robarán las dentaduras postizas a nuestros abuelos".
Ahora las campañas son un permanente "a ver a quién la lía más". Porque si no haces una cosa "diferente", los medios no hablaremos de ti. La anécdota da clics y todos vivimos de eso. De las anécdotas y de los clics. Las anécdotas son la comida para pájaros del mundo digital. ¡Titas, titas!
Se trata de ir a un sitio donde sabes que puedes provocar una imagen que te sirva para demonizar a tus antónimos y hacer todo lo posible para que se produzca la imagen. Y no sufras que tus antónimos harán lo posible para concedértela gustosamente. Claro, porque la imagen que tú buscas para estimular a los tuyos en contra de los otros, a los otros les sirve para decirnos a nosotros: "Lo veis, nos necesitáis para parar al mal. Sin nosotros, seríais invadidos por los malos. Qué suerte que nos tenéis.
Pero no perdamos todavía la esperanza. Quizás la Semana Santa tiene el efecto que muchos esperamos y entre una cosa y otra, nos saca de encima 5 días. Y oiga, si a quince días le sacas cinco, es un tercio menos de patetismo. Y, sobre todo, de higiene mental.