Hoy Jordi Cañas ha estado en Can Basté (RAC1). Como candidato a eurodiputado. Y, una vez más, no ha dejado a nadie indiferente.
El señor Cañas disfruta provocando. Pero a diferencia de Albert Rivera, él sí que ha hecho unas lecturas. Y eso le permite clavarlas con un fondo argumental que estimula. Yo siempre que puedo lo oigo o lo leo porque sus afirmaciones hacen que tenga que dedicar un rato a darle la vuelta a su idea y demostrar, naturalmente, que no tiene razón. Porque, como es evidente, si Cañas dice una cosa y yo la contraria, un servidor siempre tiene la razón. Y él lo sabe, pero no lo quiere reconocer porque es tímido.
Total, que esta mañana ha soltado que Esquerra y Vox "se alimentan electoralmente del mismo problema". O sea, que la gente que les vota lo hace impulsada por el mismo estímulo social y, por lo tanto, los ha situado en el populismo.
La idea es interesante. Sobre todo por la causa que la provoca. Para blanquear a Vox, socios ocultos de Ciudadanos en Andalucía, Cañas necesita el "y tú más". Y eso demuestra que, al contrario de lo que defiende Cañas, efectivamente, Vox son sus socios. Si no, 1/ no le haría falta esta cabriola de normalizar Vox a través de la comparación con un partido que la mayoría de la sociedad considera "normal" y 2/ tener que hacerla indica que habrá pactos Vox-Ciudadanos en muchos otros lugares y por eso tiene que ablandar el camino.
Pero dejemos las patatas y vamos al filete: ¿El voto de Vox y Esquerra se corresponde sociológicamente? ¿Obedece a un mismo impulso? ¿Es la consecuencia de la misma causa?
Va, para no tener una ventaja demoledora nos olvidaremos de los 87 años de historia de Esquerra. Olvidaremos por qué la gente votó a sus presidentes durante la República. Olvidaremos a sus alcaldes y concejales fusilados y sus militantes deportados a campos de concentración nazis. Y sus miles de exiliados. Y sus dos presidentes que mantuvieron viva la institución de la Generalitat durante el franquismo. Y, naturalmente, nos olvidaremos, por si las moscas, de que Tarradellas era de Esquerra. Olvidemos todo eso y pensamos dónde estaban los de Vox mientras sucedía todo esto. Va, todo eso fuera y nos situamos en el 2018, que es cuando estalla Vox electoralmente. Y empezamos desde aquí.
¡Ah perdón! Y olvidamos también que muchos de los actuales dirigentes de Vox llegan de sitios tan extraños que el partido ha tenido que tomar una medida muy interesante: pedir el certificado penal de sus candidatos. Por si acaso...
Ay no, disculpe... que todavía no he acabado con esto de olvidar cosas para no tener tanta ventaja. También olvidamos las causas del nacimiento de Ciudadanos y su posterior trayectoria. Y olvidamos también que su gran objetivo en Catalunya ha sido intentar partir la sociedad en dos por razón de lengua porque creían que en una Catalunya con dos comunidades sería más fácil conseguir la hegemonía. ¡Ojo! Y eso no lo digo yo, lo dicen sus estrategas.
Vaya, y ahora que lo recuerdo, me dejaba de olvidar los motivos por los cuales en las últimas elecciones nacionales, con una participación récord, los electores optaron por Ciudadanos a costa, sobre todo, de PSC y PP. Motivos que fueron sobre todo identitarios, como lo son los de Vox. Y 100% populistas: "Los catalanas os van a echar porque os odian y a los que se queden no les dejarán ser españoles".
Pues bien, creo que una vez olvidado todo eso, afirmar que Esquerra y Vox "se alimentan electoralmente del mismo problema" es una boutade más digna de un Albert Boadella que ha entrado en una espiral de chocheo que lo sitúa más allá de Plutón, que de mi admirado Jordi Cañas.
No se lo tendré en cuenta porque dos campañas seguidas y, además, con una primavera donde ahora llueve y nieva y ahora corramos todos a la playa, cualquiera tiene un mal día. O un mal argumento.