Las cosas que empiezan mal, acostumbran a acabar fatal. Y, efectivamente, estoy hablando del debate electoral del domingo en TVE.

Primer error: el planteamiento. Emitir un debate para toda España y por el Canal 24 Horas está condenado al fracaso, como así fue, ya que obtuvo un 0,9% de cuota y 152 mil espectadores. Y de estos, habría que saber cuántos no fueron catalanes. En España no interesa saber de primera mano qué sucede en Catalunya, sino la versión que dan los medios españoles de lo que sucede en Catalunya. Y no es una crítica ni victimismo, es una realidad. Ahora bien, si se considera que el debate era un servicio que tiene que hacer la TV pública española, adelante. Pero aquí viene el segundo error: el formato.

Hace décadas que TVE-Sant Cugat y Ràdio 4 funcionan a trompicones. Es la metáfora de aquello de traer el Senado a BCN. Pues bien, ahora les toca tener presupuesto y poder hacer programas. Y también este debate. Pero resulta que, parece ser, los profesionales de la casa no son suficientemente buenos y tuvieron que traer a uno de Madrit (concepto). Y esto no es ninguna crítica a Xabier Fortes, que no tiene ninguna culpa, y que finalmente fue el moderador. Si la apuesta por Sant Cugat fuera sólida, habríamos visto haciendo este papel, por ejemplo, a Lluís Falgàs, un histórico de la casa que hace años que pica piedra en el día a día de la información política de este país. O a Gemma Nierga, quien con los medios que tiene está levantando cada día un matinal que, mínimo dos veces por semana, genera noticias que después son titular en el resto de medios. Públicos y privados. Trayendo a un presentador de fuera de TVE-Sant Cugat envías a la plantilla un mensaje que mata cualquier ilusión. Es como si el día de tu cumpleaños te estás horas y horas preparando comida para tus compañeros de trabajo y cuando toca zampársela aparece el jefe con un catering comprado en una panadería low cost de tres barras cincuenta céntimos y de regalo media docena de cruasanes que muerdes el cuerno y te lo tienes que quitar del paladar con un martillo neumático.

Y tercer error, gravísimo, y que explica muchas cosas: la frase que Fortes dijo al principio del debate, "hablen en castellano porque de esta manera les podrán entender fuera de Catalunya". Una idea que Sonia Guerra, que en su cuenta de Twitter se presenta de esta manera...

... expresó con este lenguaje:

Decirles a los participantes en un debate de unas elecciones catalanas que le hablen a España en castellano "para hacerse entender" es lo mismo que traer al presentador de fuera, un inmenso desprecio por la gente de la casa. Es decirles a los catalanes: "No queremos entenderlos en su lengua". Es decirles: "Hablen como yo les digo porque no acepto que hablen como quieran ustedes". Es decirles: "Renuncien a su lengua porque no tenemos ningún interés en oírla". Es decirles: "Ustedes tienen que ser españoles como nosotros digamos, no como ustedes decidan serlo". Y de aquí viene el problema. Desde hace siglos. Porque, a ver, en esta España plural que tanto nos quiere, ¿cuándo se oye hablar catalán en alguna de las 60 o 70 cadenas existentes? ¿Y vasco? ¿Y gallego? ¡Pero es que si no se oye ni en el Senado, que es la cámara "regional"!

En el siglo XXI se puede hacer un debate en catalán para toda España y subtitularlo. O una traducción simultánea por uno de los canales de audio, como hacen las cadenas españolas en los debates presidenciales de los EE.UU. Pero es que, además, aquello de ayer fue la prueba de que las dos lenguas conviven sin problema. Y se volverá a demostrar en el debate que se emitirá por TV3, donde a pesar de emitirse sólo para Catalunya, habrá candidatos que no dirán una sola palabra en catalán. Y ni sucederá nada ni nadie les dirá a los cabezas de lista que opten por este formado que son unos provincianos y unos maleducados. Porque decirlo es de gente provinciana y maleducada.