"El colores no son de nadie. Y tampoco son del nacionalismo y el separatismo los colores. Hay que exorcizarlos a todos. Son de todos, también". Lo ha dicho Cayetana Álvarez de Toledo instantes antes de empezar el debate que han protagonizado hoy los candidatos en TV3. Y lo ha dicho luciendo un jersey AMARILLO. Completamente AMARILLO... qué visto a distancia daba sensación de provocar una cierta calor, tal como demuestra la foto de Sergi Alcazar:
Y hablando de provocar, naturalmente ir de amarillo tenía como objetivo provocar titulares y comentarios y eclipsar, ya de entrada, su gran enemiga: Inés Arrimadas. Porque, no, el objetivo no era reivindicar ningún color sino marcar el territorio desde el primer segundo. Y sólo con su primera intervención ha quedado claro.
Por lo tanto, lo que ha sucedido es que Cayetana Álvarez de Toledo ha dado apoyo a los presos. Porque en Catalunya el amarillo siempre será el color de los presos y el amarillo nunca será el color de Cayetana. Pero la candidata del PP también ha conseguido ampliar el ya extenso debate sobre el qué es el espacio público. ¿TV3 lo es? Y aquí me ha venido una gran duda, ¿cómo es que Inés Arrimadas no le ha arrancado el jersey, como si fuera un lazo?
Y Cayetana, efectivamente, ha eclipsado Arrimadas. Totalmente. Algunos dicen que son como Dupond y Dupont o Hernández y Fernández, y, sí, argumentalmente lo son porque ni se han interpelado. Se han ignorado tanto a la hora de corregirse, o matizarse, o de llevarse a la contraria que eran tan gemelas que parecían las hermanas Bossy, pero del siglo XXI. Ah, aviso para los más jóvenes: las gemelas Bossy salían en un concurso de TV3 del siglo pasado que se llamaba "Blanc o Negre" y que presentaba Salvador Alsius.
Pero el problema de Arrimadas es que, si me permite la metáfora y ya me entenderá, Cayetana es Messi y ella es Cristiano. Sí, son dos cracs de este fútbol que practican sus partidos, que es de juego subterráneo, interrupciones continuadas para hacer perder el hilo a los contrarios, provocaciones, insultos y descalificaciones. Son cholismo en estado puro de cuando el cholismo era de verdad. Pero en este fútbol que juega ahora la derecha de España (¡Viva!) y que haría elegante al Madrid de Mourinho, Cayetana la toca más y mejor.
Cuando ella no estaba, Arrimadas era la reina del área. Pero cuando el PP fichó su propia anti-Inés, se acabó el reinado. Y ahora tenemos la una esforzándose mucho y mucho y mucho para ganar la pelota de oro (digale los votos) y la otra haciendo mejores jugadas y más efectivas.
Y una jugada lo explica perfectamente. Cayetana ha lucido un jersey amarillo desde el minuto 1 y eso ha desactivado la jugada que Arrimadas tenía pensada. Había previsto mostrar un lacito amarillo y, a pesar de la jugada rival, ha optado por sacarlo igualmente. Y la cosa ha quedado pobre. Mucho. Lo que tenía que ser un regate en la frontal con túnel a tres defensas y remate de chilena, se ha quedado en una bicicleta de Robinho. O sea, pérdida de pelota y contragolpe rival. Dos horas y cuarenta minutos de jersey frente 13 segundos de lacito. Goooool por la escuadra.
¿Y el resto de participantes?
A Jaume Asens se le ha notado que no está acostumbrado a combatir en este tipo de guerra de guerrillas en que se han convertido los debates gracias a las Cayetanas y las Inés de turno.
Meritxell Batet ha tenido que esconderse detrás de su atril y sacar un paraguas porque la tormenta le ha venido por todos los lados. Era como una playa del Maresme estos días, ola tras ola, con levante y garbí, y adiós arena.
A Gabriel Rufián se lo nota seguro. Son muchas horas en el Congreso de los Diputados, un lugar que crea piel paquidérmica a quien interviene a menudo, como es su caso. Pero ha evolucionado el personaje. De aquel Rufián más provocador hemos pasado a un Rufián más irónico.
Y Laura Borràs ha demostrado que ha aprendido muy rápido a moverse en el lodazal de los debates. Y viniendo como venía del mundo de la cultura, ha demostrado haber hecho los deberes en temas tan alejados de su negociado como la economía, por ejemplo.
Pero no todo ha sido horrible. La buena noticia es que se han acabado los debates. Y para quien ha tenido que ver el de TVE, el de Atresmedia y el de TV3, no se puede ni imaginar las lágrimas como gambas de Palamós que hoy brotan de los ojos. De alegría y emoción, por supuesto.