Ya es que ni las guerras son como antes. Toda la vida tú declarabas la guerra a un enemigo, lo invadías con tu ejército y las armas correspondientes y aquel país y sus aliados respondían con su ejército y sus armas. Y venga, a matarse sin tregua. Desde que bajamos del árbol, las cosas las hemos solucionado así. Del lanzamiento de piedras al bombardeo con un dron dirigido desde la otra punta del mundo, pasando por la bomba atómica. Pero ahora no. Ahora las guerras no se declaran, las invasiones reciben nombres eufemísticos y los bombardeos los hacen con un ciberataque y sanciones económicas. Ahora la respuesta a un tanque ruso es Swifft. O impedirlos participar en el festival de Eurovisión, que eso sí que provoca víctimas civiles.
Swifft. Hasta hace dos días era el sonido de apertura de una botella que contiene una bebida con gas. En 24 horas todos (todas y totis) somos grandes expertos en este método de pago internacional entre bancos que permite operaciones comerciales transnacionales rápidas y seguras. Si el putinismo se quedara sin esto, los negocios del país se ralentizarían y se encarecerían. En vez de matar gente físicamente les matas la economía. ¿Problema? Si tú echas a los rusos de este sistema, ellos no podrán comerciar con el mundo, pero el mundo tampoco con ellos. Y ellos tienen gas. Y Europa no. Y Europa les compra. Mucho. Sobre todo Alemania. Y en Alemania hace frío al menos hasta mayo. Y la Rusia expulsada de Swifft tiene otra opción consistente en usar sistemas comerciales chinos, su gran aliado. Y eso nos sitúa en el apasionante mundo de cómo China hace las guerras modernas.
Eso que denominamos "la vieja Europa" se ha pasado la vida matándose los unos con los otros y los otros contra los unos. Y cuando salió a "conquistar" los otros continentes, lo hizo como lo habían hecho siempre en su casa, o sea, dejando un rastro de sangre. Por eso históricamente nos hemos ganado el odio global, porque nos lo hemos petado todo. En cambio China conquista los países con el comercio. No envía soldados sino tenderos. Y crea su propia red de negocio. Y controlando el dinero lo controla todo. Ahora imagine que usted vive en Lejosistan, un hipotético país de África o de América donde los "europeos" siempre ha entrado a tiros. Y de repente le aparecen unos señores que, también se le llevarán las materias primas, lo expoliarán y lo someterán, pero en vez de sangre le dejan carreteras, una clase media y, sobre todo, seguir viviendo. ¿Usted qué prefiere?
Hace unos cuantos años en el aeropuerto de Juba, la capital de Sudán del Sur, había una gran zona de obras que era absolutamente inaccesible y secreta. Y todos los que trabajaban allí eran chinos. Insistiendo mucho, y medio a escondidas, fue posible saber qué sucedía: "los chinos se están construyendo su propio aeropuerto". La misma persona explicó la estrategia: "Están pacificando la zona pactando con las diferentes tribus y etnias porque a ellos no les interesan los conflictos. Y construyen infraestructuras. Porque una África en paz y bien comunicada les permitirá fabricar y vender neveras a millones de personas". Por lo tanto, China está conquistando el mundo a base de negocio y de estabilidad política. No por altruismo, sino porque es su manera de invadir al enemigo.
Ojo, no estoy diciendo que sea el modelo perfecto, pero quizás la gente prefiere morir de vieja, aunque en vida sufra la paz del cementerio. Porque, claro, con China llega el negocio pero también un sistema político donde quien abre la boca una vez ya no la abre nunca más. Usted consuma, crea que es feliz por poder comprarse una mierda de camiseta de 3€, pero callese. Y si no lo hace voluntariamente, de usted ya no se sabrá nada nunca más. Y siempre detrás de la cortina, que es más elegante. Y no salpica. Y esto es muy importante en nuestro mundo cada vez más mezcla de Mimosin y los Teletubbies. Que, sobre todo, no se vea la realidad. Y en eso el chinos tienen la patente. Por eso ahora ganan más guerras.