Otra vez, la vida generando coincidencias. Tac, tac, tac... curiosas carambolas políticas desnudan argumentos y estrategias que originariamente ya estaban condenadas a no ser mucho y que al final la realidad convierte en nada. Situémonos.

La portavoz de Ciudadanos en el Parlamento, Lorena Roldán, avisaba el domingo de esto:

Hace tiempo que Ciutadans insiste en el posible trato de favor a los presos políticos en las cárceles catalanas. De pruebas, nunca ni una, pero se trata de extender la sospecha. Y eso de estar "vigilando" ante una "posible irregularidad", incluso ahora que no están en Madrid y que, por lo tanto, eso que se insinúa es imposible, es como si yo voy diciendo que estaré muy vigilante por si Monica Bellucci me llama para ir a merendar un suizo con melindros. Dicho así genero una expectativa como si pudiera pasar. Y oiga, yo ya puedo ir repitiéndolo cada día 3.091 veces, pero la probabilidad de que la señora Bellucci me llame para ir a merendar (o que me llame en general) es parecida a la posibilidad de encontrar vida en el planeta Raticulín.

Pero ahora mismo, esta estrategia del "posible" trato de favor es la más apasionante que tiene Ciudadanos como discurso político de desgaste y ha decidido apostar fuerte por ella. Lo comprobamos en la última sesión de control al Gobierno celebrada en el Parlament cuando extendieron la sospecha a todo el sistema penitenciario. ¿Cómo? Afirmando que el tercer grado concedido a Oriol Pujol era una decisión política y no técnica. Una manera de insinuar que los funcionarios que elaboran los informes en que se basan las decisiones sobre lo régimen de los internos son unos corruptos.

Pues bien, 24 horas después de estas declaraciones sabemos que el comisario del CNP Enrique García Castaño explicó en la Audiencia Nacional que su departamento compró un ordenador portátil para que el número 2 del ministerio del interior en la época Rajoy, Francisco Martínez, consultara en secreto y sin dejar pruebas en ninguna máquina del ministerio el contenido de los teléfonos móviles que agentes policiales a las órdenes de los mandos políticos del ministerio del interior robaron a Luís Bárcenas para proteger el partido. Ah, y este ordenador lo pagaron con fondos reservados, cosa que prueba que de su bolsillo no pagan ni los utensilios para delinquir.

El objetivo de la maniobra era desactivar la información que Bárcenas, extesorero del PP, tenía en su poder y que comprometía la cúpula del partido (de Rajoy para abajo) en una trama de corrupción, dinero negro, caja B y cobro de sobresueldos.

Y ahora usted me dirá: "¿oiga, qué relación existe entre esta historia y la denuncia de la diputada Roldán?". Bien, si resulta que tenemos que estar vigilantes para que el gobierno de JuntxCat y Esquerra no beneficie a los presos políticos que pertenecen a sus partidos, también lo tendríamos que haber estado cuando el PP gobernaba y tenía en la prisión gente suya y tan peligrosas como la he citado, ¿no? ¿O es que la sombra de la sospecha sólo recae sobre indepes? ¿El unionismo radical no es sospechoso?

Pero espere, que este argumento también sirve para el PSOE. Aplicando la doctrina Roldán, ¿ahora no tendríamos que estar vigilantes ante "posibles irregularidades" de los socialistas con Bárcenas o el excomisario Villarejo para mejorar sus condiciones penitenciarias y que a cambio expliquen todo lo que saben sobre el PP, su gran enemigo político?

Si tenemos que sospechar, hagámoslo de todo el mundo, ¿no? ¿O existe un supremacismo contra los indepes basado en prejuicios ideológicos? ¿No verdad?