Mire usted por dónde, la huelga de taxistas y la posterior protesta de los uberistas y de los cabifystas ha permitido saber cuáles son las reglas del juego que rigen para los ciudadanos que se manifiestan. Por fin ha quedado claro cómo funciona en España eso de salir a la calle a protestar y cortar vías de comunicación. Y funciona fantásticamente, como no podía ser de ninguna otra manera.
Y lo comprobaremos acto seguido. Le propondré tres situaciones y usted deberá adivinar si el protagonista es un indepe o es cualquier otra persona luchando por sus legítimas reivindicaciones laborales.
(¡ATENCIÓN! Si usted es indepe, no intente imitar en su casa lo que sucederá a continuación. ¡Es muy peligroso!)
SITUACIÓN 1
―¡Hola, señor agente! Yo venía a manifestarme. Le importa si me sitúe en aqu...
―¡CALLA PUTO SEDICIOSO! ¡Y recoge los dientes del suelo, desgraciado!
―¿Qué dientes, señor agente?
―¡Los dientes que te arrancaré yo de la hostia que te estamparé ahora mismo, imbécil!
―Perdone, antes de hacerme una cara nueva, querría que se me aclarara un pequeño detalle. Me ha llamado "puto sedicioso". ¿Eso quiere decir que no soy un puto rebelde?
―¡Hola, señor agente! Yo también venía a manifestarme...
―¿Usted es un puto indepe o es normal?
―No, yo estoy en huelga.
―¿Me permite que lo bese?
―¿Con lengua?
―¡Naturalmente! ¿Por cierto, necesita que le pongamos una alfombra, no fuera caso que cogiera frío en los piececitos?
SITUACIÓN 2
―Señor manifestante, hace una semana que su vehículo está ocupando amablemente la vía pública y de estarse aquí quieto ha cogido un poquito de polvo. ¿Quiere que le pase un trapito?
―Mejor una gamuza de algodón de oveja de Afganistán. A ver si me lo rayará...
―Eso está hecho...
―Hola, perdonen que les moleste, pero tenía un cierto interés en cortar la calle para pedir poder votar en un refere...
―¡DETENIDO! ¡Y juzgado! Y ya tengo dictada la sentencia. ¡30 años de cárcel no revisable! ¡Y dos hostias bien dadas a ver si espabilas, idiota!
SITUACIÓN 3
―Compañeros y compañeras. Hemos estado unas horas manifestándonos pacíficamente, pero ha llegado el momento de que todo el mundo se vaya a casa. Y os lo decimos desde aquí arriba para que podáis vernos y oírnos. Insistimos, que todo el mundo se vaya con calma y tranquilidad...
―¡EH, VOSOTROS DOS! Sí, sí, los dos idiotas que estáis aquí arriba. Bajad IN-ME-DI-A-TA-MEN-TE que os vais directos a la Audiencia Nacional acusados de... acusados de... de... ¿A ver, sabéis lo que es un escroto? Pues acusados de lo que nos salga de allí mismo...
―¡Eh tú! ¡Sí, sí, el del uniforme! Sí, aquí detrás de ti...
―¿Es a mí?
―¡Claro! No, mira que te explico. Nosotros no somos de esta mani, pero vemos que aquí ahora hay un cordón policial, ¿verdad? Pues nosotros lo romperemos y pasaremos. Y si recibís una hostia, mala suerte. Y a callar. ¿Algún problema?
―No, no. ¿Cómo podéis pensar que tendrá que haber algún problema? ¡Y si creéis que para pasar tenéis que golpearnos, adelante! Sólo faltaría.
Bien, pues hasta aquí los tres hipotéticos ejemplos que, naturalmente, son una ficción total y absoluta y que es imposible que nunca sucedan. Recuerde que, de cada uno de ellos, usted tiene que escoger cuál cree que los protagonizan los unos o los otros. Y después no hace falta que comunique su decisión. ¿Pa' qué, verdad? Pa' cagal·la...