Subo la persiana. Mucho sol y mucho calor. Después del deporte matinal hoy toca limpieza. Y eso me permite hablarle de mis presuntos síntomas de coronavirus. ¿Recuerda cuándo al principio de todo se decía "si pierdes el gusto y el olfato, es que ya lo has pillado?". Pues bien, un día decidí fregar bien el piso con lejía y, por si acaso, decidí oler bien la botella a ver si notaba el olor característico o no. Desenrosqué el tapón y, desde la prudente distancia, no noté mucha cosa. Acerqué un poco la nariz, y tampoco. Acabé metiendo prácticamente la cabeza dentro y, sí, olía un poco a lejía, pero no aquella intensidad que esperaba recibir. Y pensé: "ya está, ya lo tienes". En seguida me puse el termómetro y nada, no tenía fiebre. Pero me quedé con la duda, porque otros olores como el de la colonia si que los olía. ¿Quizás con menos intensidad que habitualmente? Quizás sí. Pero, ¿y si eran manías? ¿Y si creía notar los olores para autoengañarme? Porque el olor a lejía es muy potente y tendría que notarlo. Y no. Al día siguiente decidí "desinfectar" a fondo el WC. Y nuevamente lejía a saco. Y tampoco noté nada. Y yo venga a ponerme el termómetro sin descanso. Y ni una triste décima. ¿Y si aquella botella que yo tenía el olor se había evapordado? Yo que sé si la lejía pierde el olor o esa botella había salido defectuosa. Hasta que se me encendió la lucecita.

Y tralará, tralará, ni corto ni perezoso me fui a la perfumería/tienda de jabones. Sólo entrar por la puerta voy, decidido, hacia el pasillo de la derecha del todo, donde están las lejías y los otros productos para fregar. Delante de la misma marca y modelo de lejía, procedí a oler una botella. Mi coronavirus estaba en juego. Y tampoco. No olía. Entonces miré las botellas del lado y pensé: "¿Y si hueles la de la etiqueta azul?". Total, que desenrosco el tapón, acerco la nariz, huelo fuerte y cuatro sensaciones recorrieron tres lugares de mi cuerpo. La nariz me dijo: "Nene, te has pasado y no te sacarás de olor a lejía de la pituitaria en días". Una parte del cerebro me dijo: "Tú no tienes coronavirus pero prácticamente te acabas de intoxicar con esta esnifada". La otra parte del cerebro me dijo: "Y, entonces ¿por qué la otra botella de lejía no huele a lejía?". Finalmente las orejas me dijeron: "¡Aaaaaaah caray!". Fue cuando la señora jabones me dijo "No, es que la de la etiqueta roja es frescor floral y no huele a lejía". Aquel día fue cuando descubrí que si no vas por el mundo oliendo las botellas de lejía desconoces que unas hacen el olor que toca y que las otras desprenden un "frescor floral".

Eso ha sido por la mañana, porque ayer, una vez enviada la crónica 51, salí a hacer ejercicio. Y me encontré algunos conocidos. De las conversaciones extraje la conclusión que quién más quién menos tiene claro que esto va para largo y que tendremos que acostumbrarnos a vivir llevando mascarilla y hablando a distancia. Y que el riesgo cero no existe, pero si tomamos las medidas de higiene y seguridad que tocan, será más difícil contagiarnos ahora que hace dos meses, cuando íbamos abrazándonos para la vida. Y que, en todo caso, nosotros tenemos que ser los responsables de nuestra salud. Y sí. Claro que habrá gente que pasará de todo -de hecho ayer vi a unos cuantos-, pero si hay quien conduce borracho, drogado, sin puntos y sin seguro, ?cómo quieren que ahora todo el mundo se ponga la mascarilla? El problema es que cuesta mucho saber cuáles son las normas de este código de circulación.

No, no es normal que ayer por la noche conociéramos parte de las condiciones que las tiendas tendrán que seguir para poder abrir este lunes porque alguien lo ha comentado en un encuentro informal. Unas condiciones que no había explicado Pedro Sánchez horas antes durante su comparecencia con preguntas. Y unas condiciones generales que te filtran, pero que no pueden ser tenidas en cuenta hasta que no se publican en el BOE. O sea, que pueden no ser.

Y no, no es normal que un sábado de estado la alarma a las tres y media de la tarde el Presidente del Gobierno anuncie que el lunes será obligatorio ir con mascarilla en los transportes públicos, sin que los farmacéuticos sepan nada. Sí, claro que las autoridades las repartirán "en los principales nudos de comunicaciones" pero, ¿y los lugares que no son nudos de nada, qué? Para entendernos, en la estación de Sants de BCN seguramente no faltarán mascarillas, pero en Balenyà, en Cubelles, en Llançà o en Vacarisses, ¿habrá alguien repartiéndolas?

Y no, tampoco es normal que el lunes puedan empezar a abrir miles de tiendas que han estado cerradas dos meses, pero sin saber cómo. Oigan, que no abren después de un aguacero que sacas el barro, tiras los muebles afectados y abres la persiana. No, estamos hablando de la salud de los clientes, de los trabajadores y de los propietarios de los establecimientos, que si tienen un pitote, pueden buscarse la ruina. Pues bien, después de estar todo el día esperando, el gordo en forma de BOE ha salido a las 16.35, unas 17 horas antes de la apertura. ¡Hooooombre! ¡Tiempo suficiente para leérselo todo, entenderlo, consultar al gestor o a alguien que sepa mínimamente y adelante!

A media tarde una colega que tiene una tienda de ropa me ha llamado y me ha dicho: "¿Qué hago? ¿Abro? ¿No abro? ¿Sigo vendiendo online lo que pueda?". Y servidor, como experto en ignorancia que es, sólo se le ha ocurrido decirle: "Ahora mismo estamos en territorio desconocido. Iremos viendo cómo va todo y nos tendremos que ir adaptando. Porque imagina que inviertes en alguna solución y vuelve a haber confinamiento porque hay un rebrote..". Pues eso, que como decía aquella expresión que se puso tan de moda y que ya hemos olvidado, wait and see.

Y hablando del "see", esta mañana me han enviado una entrevista de Núria Navarro a Javier Cercas publicada por El Periódico. Cuando he visto el titular he pensado "¿Quieres decir que la lejía no te ha afectado más de lo que te pensabas?". Y no.

Que eso lo diga un ser unineuronal con un exceso de cuñadismo en un bar de carretera de estos que tienen neones, a las seis de la madrugada, habiéndose bebido 19 lumumbas, 3 pacharanes y dos absentas y habiendo consumido de todo menos talco y piel de plátano machacada, pues mira... Pero que eso lo diga Javier Cercas quiere decir que aquí alguien tiene un problema. Y no somos ni usted ni yo. Cuando a alguien le "afecta más" el 1-O que el coronavius, quiere decir que esta persona no está bien. Y no lo estoy diciendo despectivamente sino desde la preocupación por un ser humano con talento para la literatura. Al menos hasta ahora.

Yo entiendo que el Planeta, lo que ya le vino antes y lo que le vendrá después tienen un precio que no debe ser pequeño. Y unas servidumbres. Pero que alguien se sienta más trastornado por lo que sucedió el 1-O que por los millares de muertos que hay -y los que faltan todavía- en su querida España, por los millones de españoles que se quedarán sin trabajo, por los millares que se arruinarán, por los que vivirán gracias a los comedores sociales y por los que acabarán sufriendo problemas de depresión y de estrés prostraumático, quiere decir que este alguien ha perdido el mundo de vista. Deseo que la gente que le quiere se dé cuenta de la situación y lo ayude. Si yo recuperé el olfato que nunca había perdido, Cercas puede recuperar la sensatez.