Paz Padilla. Presentadora de TV. Tiene un récord difícil de igualar consistente en hacer muy virales dos barbaridades manifestadas en sólo una semana. La primera diciendo que las vacunas no sirven para nada y todo aquello de la variante "Oritron" que no entra por la puerta como la de "Lujan" sino por la ventana. Cuñadismo extremo. La otra sobre las relaciones familiares y el amor y defendiendo que alguien que lo ha pasado tan mal que incluso ha intentado suicidarse puede perdonar a quien le ha provocado esta situación porque "el amor lo puede todo". Y "si hay amor, olvidamos el rencor". Paulo Coelho pidiendo hora para cortarse las venas.
Seguramente sin el primer gran patinazo no se habría hecho viral el segundo. Porque los últimos años de gloria Mediasetenca, opiniones como esta, la señora en cuestión debe haber dicho 3.507. Como por decir una cifra. Ahora, los mismos que le reían las gracias la quieren fuera de la televisión. Y se ha abierto la veda. Una vez más, disparan al pianista y todo el mundo olvida quién es el dueño del local que contrata precisamente a aquel pianista para tocar justamente aquello. Y se olvidan del público que va a oírlo. Y, también una vez más, cuando el monstruo rompe las cadenas y se come a los niños de los que han pagado para ir a tirarle piedras, todo el mundo olvida quién lo convirtió en monstruo y le daba de comida para que creciera.
¿Exime esto al monstruo? No. Pero no es lo mismo que mida 10 centímetros y viva en las montañas que lo hayan cebado hasta convertirlo en una bestia de 6 metros y mil kilos y lo hayan expuesto a la plaza del pueblo el día de mercado. La resonancia y los efectos son completamente diferentes.
Novak Djokovic. Tenista. Y no vacunado. Porque no le ha dado la gana. Pero sigue jugando torneos. Porque se lo permiten. Y ahora pretendía participar en el de Australia. Problema: los no vacunados no pueden entrar en aquel país. Pero el serbio se presentó a inmigración con una "exención médica". Ahora, mientras espera que un juez decida si se puede quedar o se tiene que ir del país, la cosa ha derivado en un conflicto diplomático con intervención del presidente de Serbia diciendo que se trata de "acoso político". ¿Es acoso político no dejar entrar a un no vacunado en un país donde es obligatorio estar vacunado para poder entrar? Defíname acoso, señor serbio-presidente.
Pero nuevamente la culpa no es del pianista. No toda. A Djokovic le han permitido seguir jugando torneos profesionales sin estar vacunado. Y es a este mismo ciudadano no vacunado a quien le hicieron un papelito, como aquel que nos hacían los padres de pequeños para justificar no haber ido a la escuela, pero al revés. Y los que le hicieron este papelito le dijeron que si lo enseñaba en la puerta de Australia, podría entrar al país. Y él viajó hasta allí y lo enseñó. Si se tiene que buscar un culpable es quien le hizo el papelito, que sospechamos quién es, pero que no aparece en ninguna crónica y de quien no nadie habla. Se ve que el papel se ha hecho solo y nadie tiene ninguna responsabilidad. Ah, por cierto... ¿quién cree que tiene tanto poder como para creer que haciendo este tipo de papelitos, pasará por encima de las leyes de un estado, incluidas las médicas?
Y ahora usted me preguntará: "Pero oiga, señor juntaletras, ¿ni Padilla ni Djokovic tienen una mínima parte de culpa?". Sí, y tanto. De ser como son. Y, sobre todo, de tomar decisiones sin estar dispuestos a afrontar las consecuencias que se derivan de ellas.