Han vuelto Pablo Casado and The Wailers. Y lo han hecho en forma de registro al Congreso de los Diputados de una proposición de ley para... (y ahora si está tocando "El Cóndor Pasa" con una flauta de pan, pare un momento el concierto; y si está pilotando un avión, ponga el piloto automático. Y en los dos casos, agárrese fuerte a lo que tenga a mano)... "crear un cuerpo de alta inspección educativa del Estado que vele por los derechos educativos de los alumnos". Pero no, no se asuste que la cosa no va de mejorar la calidad de la enseñanza y dejar hacer política partidista en las aulas sino crear una práctica totalitaria consistente en organizar una policía política de la lengua. De la española, claro. Y no, la parte de la frase situada dos antes de esta y que va desde "crear" hasta "lengua" no es mía. Al final del artículo comprobaremos de quién es. Y quizás tengamos una sorpresa. O no.
La proposición en cuestión quiere garantizar que los niños y las niñas "puedan recibir enseñanza en castellano en cualquier lugar del territorio del Estado", que "los centros educativos sean lugares de aprendizaje libres de adoctrinamientos" y que estos inspectores puedan actuar "por denuncia de particulares". En caso "de infracciones constitutivas de delitos, lo comunicarían en la fiscalía". ¿No está mal, verdad? Bien pues ya que estamos en la escuela, ahora mismo viene mi (humilde) comentario de texto.
Esto que nos está vendiendo Casado desde hace dos días es mercancía caducada. Sí, porque en octubre del 2012, el entonces ministro de Educación José Ignacio Wert, ya sacó a pasear que había que "españolizar a los alumnos catalanes". Y añadió que el auge del independentismo tenía que ver "con el modelo educativo catalán". O sea que, tanto entonces como ahora, lo que quiere el PP de Casado es adoctrinar a los niños que piensan lo que a ellos no les gusta que piensen y de imponer a los niños la lengua que ellos quieren que hablen. En lenguaje casadesco, por lo tanto, adoctrinar es todo lo que hacen los otros. Y, como lo que hacen los otros no nos gusta nada, las cosas se deben hacer como decimos nosotros. Pero nosotros no adoctrinamos porque tenemos la razón y disponemos de la verdad absoluta. Y por eso aceptamos denuncias de particulares, como si eso fuera la Stasi y por el mismo motivo lo que no nos guste lo enviaremos la Fiscalía. Sí, porque en la escuela se cometen graves delitos que merecen ser denunciados por padres policías que tienen que tener el derecho de imponer por la vía de los tribunales el sistema educativo que se debe practicar en la escuela donde van sus hijos. Total, que el casadismo es liberalismo (constitucional) según cómo y tiene días de todo. Sucede un poquito como con los nacionalistas, que siempre lo son los otros y nunca ellos.
Pero vamos al autor de la frase que le comentaba y que, quizás, al saber el nombre usted sufre una sorpresa muy sorprendente, huy sí. Ocho de septiembre de 2019, Pablo Casado tuitea esto:
Vaya, que estamos ante un caso clarísimo de autodescripción ignorante. Aquello de decir de los otros lo que tú eres sin saber que estás hablando de ti mismo. Es acusar a los demás de hacer una cosa tan terrible que es la que justamente tú estás deseando hacer. ¡¡¡SEN-SA-CIO-NAL!!! Y ni así consigue deshacerse de Díaz Ayuso ni detener la sangría de votos hacia VOX. Pobre hombre. ¡Y pobre liberalismo!