En las campañas electorales de la postmodernidad, de lo que se trata es de no hacer ninguna propuesta, de presentar al rival como un enemigo perverso a quien hay que vencer (después de insultarlo mucho) y de hacerse la víctima de la intolerancia de los otros. Intolerancia que has provocado tú previamente a base de insultarlos. Pero, como pasa cuando se va la luz, "esto es de ellos". Sí, porque los otros tienen siempre la culpa de todo porque son gentuza, no como tú que eres el ejemplo de virtudes que nos salvará a todos del infierno. Gracias a Dios. Bueno, a Dios y a Alá, Yahvé, Buda, Brahma, Vixnu, Krishna, Jah y el Monstruo Espagueti Volador.

Dentro de este despropósito mundial, una de las acciones que se ha puesto más de moda, y que me la quitan de las manos, es la de convocar un acto que podríamos llamar "Ir a dejarles la cagadita". El nombre le viene de que la cosa sería como cuando sufres un apretón y buscas cualquier lugar para aliviar la situación. Técnicamente consiste en convocar un acto de campaña en un lugar donde no tienes votantes, y no los tendrás nunca, y donde vas, no a buscar el voto de la gente que vive allí, sino el del votante que está a centenares de kilómetros de allí y que verá las imágenes de lo que tú has ido a provocar.

Para que el acto sea un auténtico "Ir a dejarles la cagadita" y no una imitación, hacen falta varias condiciones.

1/ Tienes que llegar a toda velocidad, como si fueras un avión que tiene que bombardear un objetivo, soltar la excreción o deposición correspondiente, y marcharse a toda velocidad por donde has venido y dejando allí los efectos de lo que has tirado y que, si tienes suerte, habrá hecho diana.

2/ El lugar donde vas tiene que ser terreno lo máximo hostil posible a ti. Cuanto peor, mejor.

3/ En el lugar tiene que haber gente dispuesta a demostrar públicamente que aquello es terreno absolutamente hostil a ti. Y tienen que hacerlo de la manera más visible posible y con acciones muy activas.

4/ Tienes que conseguir que tu equivalente al otro lado del espectro ideológico ofrezca una imagen pública de intolerancia y rechazo hacia ti para que las cámaras de TV que lleves puedan mostrar en los informativos afines el odio que despiertas. Y si consigues que la cosa acabe con la policía repartiendo hostias, el triunfo es total porque instalas la imagen de que eres una pobre víctima a quien no le permiten decir verdades como puños.

¿Y todo eso, para conseguir qué? Básicamente dos cosas.

- Un eco que no habrías obtenido de ninguna otra manera convocando un acto "normal" para hablar de paro, economía, hospitales o escuelas. ¿Dónde va a parar, verdad? ¿Pudiendo ofrecer violencia, para qué ofrecer noticias dónde salgan personas hablando de cosas que no dan espectáculo, verdad?

- Poder presentarte como una víctima ante los electores que dudan, ya que una víctima siempre despierta simpatía.

Ah, y tus enemigos, ellos (y ellas) encantados de la vida. Sí, porque enfrentándose a ti consiguen situar entre su gente el frame que sin ellos, tú, que eres su enemigo, ocuparías más espacio del que ocupas. A tus enemigos les va perfecto que tú vayas a su terreno a dejarles la cagadita porque les permite dejar la suya y presentarse como la única opción para detenerte.

En resumen, dos perros marcando su territorio, cosa que demuestra que las campañas se han convertido en una inmensa animalada.