La prueba de que Quim Torra es un president atípico es que en una entrevista va y suelta que se siente como en la obra Por delante y por detrás.
Y lo dice con naturalidad, porque le sale así, espontáneamente. Porque no va con el freno de mano puesto y lo dice para que entendamos que se siente como nos sentiríamos nosotros si estuviéramos en su lugar.
Y lo dice, como puede comprobarlo si mira la entrevista que le hace Marta Lasalas, precisamente cuando habla de la política partidista. Interesante.
La metáfora es sensacional. Usted y yo vemos la política como se ve en el primer acto de ese vodevil de puertas que se abren y se cierran. Como la veía él antes de ser president. Pero ahora él, circunstancialmente, está viendo el segundo acto. El acto en que se ve lo que sucede detrás. La cruda realidad. Y se sorprende. Y no le gusta. Y lo explica.
Durante la entrevista de actualidad, la seria, la de Marta, realizada en la sala Torres García del Palau, me fijé en que hacía garabatos en una hoja en blanco. Cuando quería remarcar algo, cogía el bolígrafo y, pam, escribía. En cuanto acabó la conversación, esa hoja desapareció. Y no estuve lo bastante atento para ver dónde había ido a parar.
Cuando le propuse que nuestra conversación, la otra, la más personal, no tuviera lugar allí sino paseando, aceptó inmediatamente. Ni se lo pensó. "Sí hombre, y tanto. Mucho mejor", soltó.
Y salimos al Pati dels Tarongers. Antes de empezar a grabar, me recordó el impetuoso "muy bien" que me soltó el pasado 11 de septiembre, cuando le pregunté cómo estaba yendo la jornada. Y, claro, naturalmente la primera parte de la conversación-paseo empezó por aquí:
Bien, si tiene interés en saber la respuesta a esta última pregunta, aquí debajo tiene el vídeo donde está, pero antes querría compartir con usted el momento del paseo-visita turística que me ofreció el president. Hemos cortado unos cuantos trozos, pero piense que estuvimos rato. Mucho rato. De hecho, el president tenía la comida de cada lunes con el vicepresident Aragonès y, por mi culpa, empezó tarde.
Pero es que él estaba muy a gusto explicando cosas del Palau. Me habló del busto del president Irla que hay en un rincón del Pati dels Tarongers y aprovechó para explicarme que para él es un personaje referente. Me explicó que están cambiado el suelo de la zona del despacho que, tradicionalmente, han ocupado los presidents de la Generalitat contemporáneos y que se halla en el lado de la calle de Sant Honorat. Y muchos otros detalles y anécdotas. Y me habló de la famosa columna del final de la escalinata principal... justo después de responder a la pregunta que había quedado a medias.
Y así acabó la conversación-visita. Ignoro qué sucedió en la comida con el vicepresident, y mire que me hubiera gustado estar...