Hoy la Mesa del Parlament de Catalunya, o sea el Gobierno de la institución, tenía tres opciones: 1/ obedecer al juez Llarena, 2/ desobedecerlo y 3/ no hacer ni una cosa ni la otra. Y la opción ganadora ha sido la número 3. Intento explicarle qué ha pasado.
Una vez acabada la instrucción, Llarena tenía que inhabilitar a los diputados encarcelados y los que están en el exilio (porque así lo dice la ley). Pero "para no alterar las mayorías parlamentarias" se inventó aquello del diputado temporal. Este artefacto no está contemplado en ningún sitio y es una suspensión que quita el sueldo a los diputados ausentes, pero les permite seguir votando a través de otro diputado de su grupo.
Lo que hoy votaban los 7 miembros de la Mesa era si aceptaban o no la suspensión temporal decretada por el juez y con qué condiciones.
Esquerra y PSC estaban a favor de suspender a los diputados y delegar el voto de todos ellos, fueran los encarcelados o fuera Carles Puigdemont, a la espera de la decisión definitiva de la justicia alemana. Junts per Catalunya defendía la delegación, pero dejando fuera a Puigdemont porque consideraba que es un caso aparte ya que: 1/ no está en prisión y 2/ ahora mismo la justicia Alemana ya no lo acusa ni de rebelión ni de sedición y si fuera extraditado sólo por malversación podría recuperar la presidencia de la Generalitat. Ciutadans también defendía el no pero porque considera que los diputados suspendidos tienen que dejar el acta (y veremos si finalmente este tema lo llevan al TC o no) y porque, oficialmente, quieren "debatir los problemas reales que afectan a los ciudadanos".
Pero cuando han votado, el resultado ha sido de 3 sí (2 de Esquerra -incluido el presidente Torrent- y uno del PSC), 3 no (Josep Costa de Junts per Cat y 2 Ciudadanos) y la abstención de Eusebi Campdepadrós de Junts per Cat. Y este ha sido el gran tema: ¿por qué esta abstención? Campdepadrós ha explicado en los pasillos que lo ha hecho para mostrar el desacuerdo de su grupo con la no exclusión del Puigdemont del pack general. Y mientras él hablaba con un grupo de periodistas, Sergi Sabrià, portavoz de Esquerra, decía a otro grupo de periodistas que no se tienen que hacer distinciones entre diputados.
A partir de aquí ha pasado lo que usted ya conoce, con reproches y descalificaciones entre Junts per Cat y Esquerra, acusaciones cruzadas de si había un acuerdo o no y una crisis que ya veremos como acaba y, sobre todo cuando. Pero, si me permite, me detengo en un par de cuestiones.
La primera es si el voto diferente de Junts per Catalunya es una jugada maestra o una crisis interna. O un poquito de las dos cosas. O una respuesta a la sospecha de que hoy alguien habría aprovechado para intentar petarse a Puigdemont. Y con el añadido del famoso whatsapp que habría recibido Eusebi Campdepadrós en plena reunión de la Mesa y que sabemos que ha existido -si ha existido- porque lo ha explicado a los periodistas uno de los otros seis diputados presentes en la reunión. Esta fuente es la que ha dicho que Campdepadrós tenía decidido votar que no y que al final se ha abstenido. Justo después de recibir el mensaje.
El caso es que esta abstención beneficia a los dos grandes partidos indepes porque congela la situación hasta finales de septiembre. Y eso para Esquerra significa que la Mesa no ha desobedecido Llarena, por lo tanto se ahorra demandas y querellas. Y eso para Junts per Catalunya significa tener por delante más de dos meses durante los cuales, y dependiendo de la decisión final de la justicia Alemana, Puigdemont puede estar libre en Bélgica o puede estar en España acusado sólo de malversación y, por lo tanto, con posibilidades de ser presentado como candidato a President.
Y el segundo tema va sobre el famoso pacto que Junts per Cat afirma haber acordado el martes por la noche con Esquerra para votar que Puigdemont quedaba fuera de la suspensión. Y que pretende demostrar que existió diciendo quien lo firmó (concretamente dos consellers, uno de cada partido), diciendo que tienen los mensajes de whatsapp enviados para rubricarlo y detallando cuáles eran los tres puntos acordados. Un pacto que Esquerra niega rotundamente y con mucha vehemencia. Un pacto que, teniendo en cuenta los exabruptos que se han dedicado mutuamente, si hay pruebas de su existencia, acabarán saliendo.
Por lo tanto, sí, crisis parlamentaria que no quiere decir crisis de gobierno. O no más crisis que la que ya existia ayer. Y sobre todo, patada hacia adelante y hasta finales de septiembre a la lata a la que le vamos damdo patadas desde el 2010, cuando la sentencia del TC sobre el Estatut. Y a finales de septiembre, aquello tan catalán del "ya lo encontraremos" que aquí sería más exacto adaptar con un "ya nos lo encontraremos"...