Hace días que removemos una polémica por una cosa que unos cuantos dicen que dijo el ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre las macrogranjas de ganado y por las cuales le piden la dimisión o que Pedro Sánchez, directamente, lo eche a tortas. Ahora iremos a lo que 1/ dijo o 2/ dejó de decir en una entrevista en el The Guardian (espoiler: hay más del 2 que del 1). Pero antes, hablemos de las macrogranjas y de los centenares de millones de beneficio que generan y a qué coste medioambiental. Tantos millones como para poder montarle una campaña de desprestigio a Garzón con la inestimable ayuda de la prensa amiga, que cuando se lo mira no ve granjas ni ganado sino la silueta de un ministro de Unidas Podemos a quién dispararle. Porque al final volvemos a trajinar con un caso donde se trata de ir a por un "comunista" y, de paso, desgastar el Gobierno. Porque ya se sabe que en el caldo del "a por ellos", cualquier trozo de algo le da sabor a la cosa, aunque sea de ñu.
La ganadería industrial de la UE genera más del 80% de las emisiones de amoníaco agrícola que van al aire y las de nitrógeno que van a parar al agua. España genera unas 90 toneladas de estiércol y las 3 mil grandes explotaciones intensivas de porcino produjeron el año 2020 noventa-nueve millones de kilos de metano. Los purines han contaminado el 40% de los acuíferos existentes y generan un gas que provoca un efecto invernadero 20 veces superior al del CO2. Pero parémonos en este tipo de negocio, el de las integradoras. ¿Cómo funciona?
Primero ahogas al pequeño ganadero, que incluso puede tener una explotación sostenible. Cuando ya está con el agua al cuello llega la gran empresa, que vaya usted a saber de dónde es, y le ofrece poder seguir ganándose la vida, pero con otras condiciones. A partir de aquel momento él es una especie de vientre de alquiler al que la macroempresa le suministra los cerdos pequeños, la comida para alimentarlos y la asistencia veterinaria. A cambio, él los engorda y se come su mierda. Literalmente. Cuando los animales ya están listos para ser sacrificados, la empresa se los lleva a su país y trae otros nuevos. El negocio de Roberto y las cabras, que por una negra daba dos blancas, pero con cerdos. Esta es la realidad económica y ecológica de las macrogranjas. Ahora toca saber qué dicen que dijo Alberto Garzón y qué dijo realmente.
Escogemos al azar un tuit del señor Ismael Sirio López Martín, responsable de comunicación online del PP: "¿Te imaginas que un ministro de Consumo le dijera a un diario como The Guardian, que la carne que exporta tu país es de mala calidad? Pues no te lo imagines, Alberto Garzón lo ha dicho". (Por cierto, la coma allí en medio es cosa suya). Y ahora le añado la imagen de la entrevista que hicieron circular los indignados con las palabras del ministro, sin situarla en ningún contexto:
Si le parece, ahora nos miramos la traducción literal de toda la respuesta que hizo pública Garzón:
Pues no, el ministro no dijo lo que afirman señores como Ismael Sirio López Martín. Pero, por favor, olvidémonos definitivamente de la verdad, esa cosa tan extraña como sobrevalorada en el debate político en general y que el comunista este haga el favor de dimitir por haber dicho una cosa que nunca dijo y, de paso, "Váyase señor González". Ay, no Sánchez...