No se había visto nunca. El todavía presidente de los EE.UU., Donald Trump, estaba ofreciendo su versión sobre el recuento de votos en las elecciones y tres de las cadenas de TV de los EE.UU. que transmitían su comparecencia, la interrumpieron en seco. ¿Por qué? Pues porque... ¡MENTÍA! Es decir, cuando consideraron que el límite de falsedades ya era descaradamente intolerable, cortaron. Y quien estaba conduciendo el directo desde el plató explicó a los espectadores que hasta allí habíamos llegado.

Paralelamente, durante las últimas 24 horas Donald Trump ha publicado desde su cuenta particular en twitter un total de diecisiete tuits. Pues bien, en siete los responsables de la red han tapado el mensaje con un aviso sobre el contenido:

Trump

Eso ha hecho que Trump haya cargado contra la red diciéndole que está fuera de control. La misma que los últimos cuatro años le ha permitido mentir, manipular, insultar, despreciar, faltar al respecto y hacer todo tipo de comentarios ofensivos sobre personas y colectivos.

Trump 2

La contabilidad de las mentiras del mandato Trump la ha hecho el diario Washington Post, uno de aquellos medios al que antes de su nombre siempre se sitúa el adjetivo "prestigioso", de tal forma que mucha gente cree que su nombre entero es "Prestigioso Washington Post". Le han salido un total de 20 mil. Eso son una media de 23 diarias. Es decir, prácticamente una por hora (suponiendo que cuando duerme siguiera mintiendo), cada día de los siete de la semana de los 365 que tiene el año. Y multiplicadas por los cuatro años, uno de los cuales ha sido bisiesto. No está mal. Por cierto, pregunta maliciosa: ¿Lo cortan justamente ahora que ya saben que no repetirá como presidente?

A raíz de todo eso se ha iniciado el debate sobre si los medios de comunicación tenemos que censurar las mentiras de los políticos. Si un alcalde, un conseller, un ministro o un presidente miente, ¿debemos eliminar la declaración en cuestión y avisar a nuestros clientes: "Señoras y señores, esto fuera porque es falso y ahora pasamos a los deportes, que allí todo es cierto siempre?". ¿Debemos hacerlo por aquello de la responsabilidad, la ética y la cosa, palabras muy bonitas todas ellas? ¿Y porque el periodista es una gran persona con un gran criterio y una gran información que siempre sabe cuándo alguien le está tomando el pelo o no y que, además siempre actúa desde la honestidad más absoluta y sin recibir ninguna presión? ¡Ei, pues si se tiene que ir, se va! ¡Adelante!

Ahora bien, ¿quién decide lo que es verdad y lo que no? ¿Y quién decide qué periodista tiene que tener la capacidad de decidir lo qué es verdad? ¿Todos los periodistas son honestos? ¿Y quien decide los que no lo son? Hay profesionales de los medios que hace años viven de explicar historias de extraterrestres que nos han visitado y han abducido una cabra, que defienden que una mancha de humedad en una pared es un fantasma o hacen programas donde salen presuntos videntes que estafan a la gente. Si usted le pregunta a quien cree en los extraterrestres, en las psicofonías y en los videntes qué credibilidad tienen estos personajes, le dirán que toda. O más. Por lo tanto, ellos son la verdad. Pero, ¿lo son?

¿Es creíble el periodismo que sin cuestionar nada pública filtraciones de actuaciones de Guardia Civil con el titular ya hecho? ¿Puede decidir qué es verdad o no quien publica conversas que le filtran y que no tienen nada que ver con ninguna actuación judicial y sí con el chismorreo de taberna o con luchas en el barro entre partidos? ¿O el que publica tal cual las notas de prensa que le pasa una entidad bancaria o una empresa importante que son quienes le pagan las misses y que este las pasa como noticia? ¿O el que silencia según qué hechos porque afectan a un amigo suyo y va a saco cuando los protagoniza un enemigo?

¿Todas las empresas que se autocalifican de "verificadoras de noticias" son creíbles? ¿Es posible que algunas tengan vínculos económicos o familiares más o menos próximos con periodistas que trabajan para las cloacas del Estado y que son famosos por publicar falsedades de todo tipo destinadas a destruir la vida de sus rivales?

Pero, volviendo a la comparecencia de Trump... ¿Usted se imagina que quien hubiera salido hubiera sido el President de la Generalitat (cuándo teníamos uno) y que quien estuviera en el plató fuera Eduardo Inda? ¿E imagina que en un momento dado decide cortarlo porque afirma que está diciendo mentiras? Mucha gente estaría completamente a favor porque piensa lo mismo, ¿pero el uno y los otros tendrían razón? ¿Cuál sería la verdad? ¿Quién tiene la verdad? ¿Qué es la verdad? Le recuerdo que sesenta y ocho millones de norteamericanos han votado Trump y lo han hecho porque se lo creen y porque piensan que la verdad es él.