Es uno de los debates de la semana: ¿elecciones sí o no? Y, lo siento mucho, pero mi respuesta es otra pregunta: ¿elecciones, para hacer qué? Es decir, ¿qué tendrían que solucionar unas elecciones que no pueda solucionarse sin tener que hacerlas?
La coyuntura actual nace, recordémoslo, de una situación demencial. ¿Hacemos memoria?
1/ Un juez, con el apoyo y calor del Estado, se inventa la ley y encarcela a unos políticos por unos delitos inexistentes usando unos informes que podrían firmar los hermanos Grimm pero que firman las fuerzas de seguridad de este estado y que desmienten o bien las justicias de 5 países europeos o, en el caso de la malversación, la propia vicepresidenta del gobierno encarcelador.
2/ A continuación este mismo Gobierno tunea a conveniencia el artículo 155 de la (sagrada) Constitución y lo aplica como le da la gana tomándose unas atribuciones que en ningún caso están en el redactado.
3/ Y rematamos la inmensa estafa con unos cuantos ministros de aquel gobierno diciéndole a Carles Puigdemont que se presentara como candidato si era valiente. Hombre, aquí y en la China Popular, eso es abrir una puerta al expresidente a tener la oportunidad de ser investido. Si no, no lo habrían dicho, ¿no? El problema es que entonces creían que el unionismo ganaría las elecciones. Y no. Lógicamente, atendiendo esta invitación, Puigdemont prometió volver. Quien impidió su retorno fue el Gobierno, torpedeando su investidura.
En aquel contexto, que era el de entonces y no el de ahora ni el de dentro de dos meses, la campaña indepe fue, por lo tanto, de restitución del Gobierno legítimo. Lógicamente. Eran unas elecciones convocadas por Rajoy, en un momento sin Generalitat, ni Parlament, ni instituciones y con 9 personas en prisión y 7 en el exilio. Oiga, ¿alguien habría entendido que entonces se hiciera una campaña que no fuera la de exigir la restitución? ¿Y alguien entiende que no se prometiera que si se ganaban las elecciones, se recuperaría el gobierno legítimo? ¿Cuál tendría que haber sido la campaña, vuelvo a decir, en aquel contexto? ¿Los presos y los exiliados que espabilen que ya son mayorcitos y nos olvidamos de todo lo que está pasando? ¿No, verdad?
Total, que ahora estamos donde estamos y se plantea que las elecciones serían la solución a la situación. Va, hagámoslas. ¿Qué resultados habría? Pues los mismos, poco más o menos. Estamos ante dos bloques consolidados y con unos apoyos que no cambiarán de bando. Por tanto, unas elecciones servirían para remover los votos entre los partidos de cada bando pero no harían subir ni los del sí ni los del no. O sea, estaríamos en el mismo lugar que ahora.
Ah no, es que las elecciones no irían de resultados sino de "decir la verdad", la verdad de ahora. Hombre (y mujer) yo soy muy partidario de decirla y la reclamo desde hace tiempo, pero si ahora se empezara a decir "la verdad", ¿alguien cree que los resultados electorales serían muy diferentes a los actuales? Y me refiero a los de los dos bloques en conjunto. Yo creo que no.
Otra cosa es, ¿qué es exactamente la verdad? ¿Usted cuando ve un anuncio de colonia en el que le proponen un mundo de fantasía, usted se compra la colonia pensando que aquello es real o hace ver que se lo cree sabiendo que aquello no sucederá? ¿Y cuando usted va a un parque de atracciones y a la puerta lo saluda Mickey Mouse en persona, usted piensa que aquel es realmente el señor Mouse, o usted lo saluda amablemente sabiendo que dentro hay un señor (o una señora) que se está asando de calor por un sueldo de mileurista y hace ver que se cree que aquel individuo es realmente Mouse?
Pues en política y con la verdad pasa igual. Y me parece muy bien pedir que ciertos partidos digan la verdad, pero ya puestos, ¿mejor que la digan todos, no? Da como más ilusión, ¿no cree? Una cosa diferente es que para decir la verdad haya que hacer elecciones. ¿Sólo puede haber verdad si hay elecciones? ¿No habría que exigir la verdad en general y cada día?