No sé si a usted le sucede lo mismo, pero en todo esto del Emérito I empiezo a ir perdido. Demasiada actividad y demasiado diversa la de este hombre. Te levantas por la mañana, te pones al día de la actualidad, oyes o lees que ha aparecido una cuenta suya y no sabes si todavía es la misma de ayer, la de anteayer, o ya es otra. ¿Pero, cuántas cuentas tenía abiertas este hombre y en cuántos lugares? Si es que he cogido un mapa y he empezado a poner banderitas en cada país donde ha aparecido una y tengo el planeta Tierra que parece la barra de un bar vasco con tanto pintxo. Pero si me es más sencillo señalar donde NO tiene cuentas y acabaremos antes.

Pero, ¿a qué hora reinaba este hombre? Cuando no estaba abriendo una cuenta secreta en el Quintocarajistan estaba usando unas tarjetas black con unas señoras, todas ellas muy limpias y muy buenas personas que todo lo que ganaban lo daban a su pobre madre enferma, o paseando maletines llenos de millones por aeropuertos muy extraños. Y cuando no se entretenía con eso, estaba vaya a saber donde cazando animales cada vez más sorprendentes. Empezamos por elefantes, seguimos por osos borrachos como el pobre Mitrofán y, de momento, hemos acabado con cabras de Kazajistán. Que no, que no eran cabras o ladillas, que podría haber sido perfectamente porque su puntería es excelsa, sino cabras de las otras. Concretamente salvajes. Qué manía de disparar la de este hombre. En general. Ahora entiendo porque Froilán se metió una vez un tiro en el pie. Es genético. No lo pueden evitar.

Pero detengámonos en la última aventura conocida... la última a la hora en que estoy perpetrando estas líneas. La información publicada hoy por eldiario.es explica que la visita al Kazajistán para matar las pobres cabras que no tenían ninguna culpa incluyó también "alcohol, sauna y chicas de compañía" con el presidente, Nursultan Nazarbayev. Un señor que el día qué Emérito I se marchó cargado con unas maletas negras donde transportaba cinco millones de dólares en efectivo, vaya el típico equipaje de mano que llevas cuando vuelves de Kazajistán, a pie de avión le comentó a una persona que tenía a su lado: "¡Míralo! Es el rey de un país pero no tiene nada... Yo lo ayudo como puedo". ¡Que buena persona es Nursultan! ¡Y generosa!

Pobre Emérito I, era como un autónomo cualquiera haciendo F5 sin cesar para ganar 2 mil euros en el Gordo de la limosna, pero con una pequeña diferencia. Él trabajaba con cifras un poquito mayores. Cosas de estar en el régimen general. Pero es que en este viaje, aparte de las cabras -que se las llevó muertas en el avión- y las maletas, también se pillo un abrigo que me ha provocado una envidia que no se puede ni imaginar. Este:

¿Ve ahora la diferencia entre unos desgraciados como usted y como yo y un Emérito? Haga el favor de ir a su armario, abra la puerta y mire en su interior. ¿Qué, tiene una prenda como esta? ¿Verdad que no? ¿Y, verdad que querría una? Normal. Un abrigo así sólo lo puede tener una folclórica muy operada, King Àfrica, un vidente con acento argentino impostado y Emérito I. Y ya no es sólo la materia prima, preciosa toda ella y correspondiente a un animal que allí en el cielo ve orgulloso el uso que han hecho de su piel (sí, porque los animales que ceden generosamente su pelaje a un Emérito, van al cielo), sino que también es el patronaje. Es que le queda como un guante.

¿Entiende ahora porque un montón de personalidades de nivel hicieron aquel vídeo de rendido apoyo a su majestad, verdad? ¡Era por el abrigo!