De la terrible rebelión a la mínima desobediencia. La Fiscafina ha sido muy generosa, huy sí, haciendo ahora el camino descendente que ya tenía que haber hecho el 20 de enero cuando iniciaron el juicio contra el Mayor Trapero y la cúpula de Interior. Porque la sentencia escarmiento que el Estado aplicó al Govern y a los dos líderes sociales indepes que fueron juzgados en el Supremo desmontaba totalmente los argumentos legales aplicados en la venganza organizada por la rama "deloscobista" (concepto) del Estado contra quien consideró su gran enemigo. Contra aquel a quien, con la inestimable ayuda de los medios amigos, le pusieron una cruz negra después de los atentados de la Rambla de BCN. Contra aquel que juraron que pagaría por haberles pasado la mano por la cara. ¿Quién lo dice que las cloacas no tienen alma? Rencor y celos para dar y tomar
Gente muy importante del Estado reconoce, en privado, que Trapero y su gente estuvieron impecables. Pero el "deloscobismo" (concepto) no se lo perdonaron. Ni tampoco digirieron no ser capaces de encontrar una puta urna. Es que ni una. NINGUNA. CERO. Y aprovecharon el post 1 de octubre para destruirlo. Y esta es una de las grandes lecciones que tenemos que aprender de todo aquello. Ante la fuerza de un estado, los ciudadanos estamos indefensos. Cualquiera. ¿Hace falta que comparemos las consecuencias habidas después de los incendios que ha habido estos días en las comisarías de los EE.UU. con los nueve años de prisión dictados contra los Jordis por subirse a un coche desguazado para desconvocar una manifestación? ¿Hace falta que recordemos que aquí se ha considerado sedición una cosa que no se pudo probar porque no pasó? ¿O el caso Tamara Carrasco, el de los CDR, o el de Valtònyc?
Winston Churchill es el autor de aquella famosa frase que dice: "La democracia es el sistema político en el cual cuando llaman a la puerta de tu casa a las seis de la mañana sabes que es el lechero". Si Churchill fuera catalán, o español del sector que molesta en el "deloscobismo" (concepto), y viviera ahora y aquí diría: "España es un sistema en el cual no hace falta ni que llamen a la puerta de tu casa para detenerte acusado de cualquier crimen, juzgarte y condenarte". Y lo remataría con un "Y a las pruebas me remito".