En principio tenía que ser la fiscalía, pero está demasiado okupada investigando (sin cesar) las declaraciones que está haciendo (sin descanso) el excomisario Villarejo. Incluso a la hoja parroquial de Pedroche de Arriba. Y al final se cuida directamente del tema el TC, que hace días que está calladito. Bien, y porque en estos temas se da buena mano.
La orden es exhumar el cadáver de las urnas que tenían que ser licitadas por el Govern de la Generalitat y que hoy han muerto. Todas ellas. De repente. Inesperadamente. El objetivo de la medida (la exhumación, no la muerte repentina) es obtener muestras de ADN para saber la paternidad (y la maternidad) del intento de comprarlas. En el mismo análisis se quiere determinar si ellas habían llegado a saber que acabarían siendo usadas para una convocatoria electoral habitual, para un referéndum o como contenedor de basura orgánica de los restos generados en el próximo concurso a ver quién come más calçots en media hora.
Pobrecitas, ya arrastraban muy mala cara desde hacía días (las urnas), pero nadie podía esperar este trágico final. Todo el mundo pensaba que aquel ánimo bajo, aquella astenia y aquel poco ánimo era fruto de la persistente ola de calor que sufrimos (una cosa inesperada esto del calor en verano). Y no, resulta que aquel desánimo era consecuencia del final que ya se veían venir.
Ser urna en este momento en Catalunya no es sencillo. Varias encuestas hechas a sus pies (o sea, a pie de urna) indican que un alto porcentaje de ellas se sienten perseguidas. Se ha dado el caso de que algunas ni quieren salir de casa por miedo a ser identificadas y sufrir consecuencias no deseadas.
Algunas fuentes indican que las dos líneas de investigación existentes ahora mismo apuntan a que, o bien ha habido un abandono por parte de los fabricantes y eso les ha provocado un disgusto y un colapso (a las urnas, no a los fabricantes), o bien el abandono se ha producido por parte del Gobierno que tenía que comprarlas. Si la segunda hipótesis fuera la correcta, algunas fuentes anónimas sostienen que el cadáver enterrado no correspondería a las urnas reales, que estarían sanas y salvas en un lugar tan desconocido como seguro, sino que se trataría del cuerpo inerte de otras urnas fabricadas con un material hecho a base de cortina de humo.
En todo caso, el TC ya ha anunciado que si las finadas ahora enterradas no son las auténticas urnas, él continuará atento en busca de todos estos cuerpos rectangulares con una ranura en la parte superior que puedan moverse libremente por la sociedad. "Hay que erradicar de cuajo la posibilidad de que siga extendiéndose el virus de las ganas de votar. Es muy peligroso", ha declarado el señor TC.
Total, que ahora mismo no sabemos si estamos en un entierro, en un CSI o en un Lázaro, levántate y anda, donde Lázaro sería una marca de urnas.