¡Hooombre, por supuesto que paso el verano a La Zarzuela! ¡¡¡Sólo faltaría, oiga!!! En primer lugar para no malbaratar el dinero de los españoles. Porque, mire, aquí no hay nunca nadie. El abuelo vaya a saber donde para, la abuela vive entre Londres y Grecia y eso tiene que continuar abierto y funcionando. Por lo tanto, sale más a cuenta que haya alguien porque sino las cosas se estropean. Y este alguien es un servidor.
Pero también estoy aquí porque tengo un triple derecho por razón de quien soy y de mis méritos. El cuarto miembro en la línea de sucesión, con tratamiento de excelencia, dignidad de Grande de España y siendo "Caballero Divisero Hijodalgo del Ilustre Solar de Tejada" no puede estar pasando el verano en un apartamento de Torremolinos yendo a las 7 de la mañana a poner la toalla a primera línea de playa para reservar sitio. ¿No, verdad? Por lo tanto, yo aquí.
También me merezco pillar Palacio porque es el mínimo detalle que tiene que tener el abuelo conmigo por la putada que me hizo cuando nací. ¿Usted sabe que yo odio que me llamen Froilán, verdad? ¿Y usted también sabe que mi madre y cierta prensa cortesana se esfuerzan en intentar convencer a la gente de que me llamen "Pipe", de Felipe, verdad? Pues bien, todo el mundo me conoce como Froilán por culpa del emérito. Él fue quien cuando me pusieron Felipe Juán Froilán de Todos los Santos, insistió ante las cámaras que me llamaba Froilán. Y para la gente, Froilán me quedé. Y desde entonces, no he tenido que repartir y recibir tortas por culpa del maldito Froilán de las narices.
Pero el principal motivo por el cual tengo derecho a poner los pies sobre la mesa del despacho del abuelo, postura que ahora mismo ejecuto, es porque soy el más Borbón de todos los nietos. Y, le diré más, soy el único Borbón auténtico de todos ellos. Y con diferencia. Y mire que hay.... ¿Empezamos por el aspecto?
Mis primos por parte de la hermana de mi madre parecen todos sacados del anuncio de un biergarten. Les pones unos tirantes y una salchicha en la cabeza y la Merkel les pide directamente el voto. Y las primitas por parte de tío... ¡¡¡virgen santa!!! Aquellas dos parecen sacadas de un anuncio de Mimosin bañado en azúcar. ¡Qué cosa más hervida! Cuando las veo, que es una vez cada tres años, yendo bien (cosas de vivir en una familia hecha añicos), siempre las saludo preguntando qué olor hacen las nubes. Eso, naturalmente, provoca miradas asesinas de su madre. Es cuando lo remato diciéndole que se ha engordado. Y también es cuando el tío rey intenta meterme una colleja, yo lo esquivo y el emérito y yo nos reímos mucho. ¡Pero mucho! Y, ¿sabe por qué? Porque somos Borbones de verdad.
Pero también soy Borbón por la cosa de los tiros. Los míos, en este caso, en mi propio pie, como en el 2012. Y soy Borbón por la cosa de los toros, donde voy con mi madre y mi hermana, todavía menor de 16 años, cosa que vulnera la ley. Pero nada, no lo hacemos con malicia. Es sólo para transgredir un poquito, ¿sabe? Y, en general, soy Borbón por mi campechania innata. El problema es que no me entienden. Por eso acabé en un internado militar de los EE.UU. No, ojo, y desde que fui, ahora lo apruebo todo. ¡Y con nota!
Atrás quedan momentos memorables como mi supuesta simpatía por Podemos, el día que entré en una joyería con un rolex que dije que me había encontrado y donde me confirmaron que era falso, cuando me paseaba por Madrid con una carota de anonimus o cuando trabajaba como relaciones públicas de una discoteca y dijeron de mí que era "un chico divertido y simpático con un liderazgo natural".
Y, qué narices, tengo derecho a Palacio porque desde el pasado 17 de julio ya soy mayor de edad y puedo hacer lo que me plazca, incluido vestirme mas surfero, como hago últimamente, y no tan pijo clásico de la calle Serrano, como hasta no hace mucho.
O sea que aquí en La Zarzuela, invitaré a mis colegas más íntimos, los que no van por los sitios explicando mi vida, nos meteremos unos cuantos Jägermeister, que es este licor de hierbas de 35 grados que me gusta tanto, y me miraré mi cuenta anónima de facebook desde donde controlo todo lo que dicen de mí.
Y si, por un casual, el abuelo se equivocara y pasara por casa, lo añadiremos a la fiesta y nos reiremos un rato. Que nosotros dos sí que somos Borbones, no como otros que dicen que lo son y no es cierto. Y sólo hay que mirarlos. Qué pintas, de verdad...