El Estado decidió escarmentar a sus ciudadanos catalanes díscolos y llamó a los primos del Supremosol. Y así llegó la ficción construida por Lamela & Llarena Bros, basada en unos informes del CNP y la Guardia Civil con tanta credibilidad como la nueva camiseta del Barça lucida por Coutinho.
Por lo tanto, antes de empezar el juicio ya estaba escrito un relato basado en la necesidad de dar una lección a los putos indepes. El problema es que después de tres meses de declaraciones de nosecuantos testigos, pruebas, aportaciones y disquisiciones jurídicas diversas, resulta que estamos allí mismo. En aquel relato de ficción. Entonces, ¿para que hemos hecho el juicio? Oigan, no hacía falta, cadena perpetua y resuelto. ¿Por qué fingir, no?
No, no soy jurista y no soy nadie para discutir con las más otras autoridades fiscales hispanas sobre el iter criminis y el bien jurídico, pero si sobre donde hemos ido a parar al final, que es aquello de Josep Pla del "¿Y esto, quién lo paga?". Que traducido a la cosa que nos ocupa sería: "oigan, hace un año y medio que hay nueve personas en prisión a las cuales les piden penas altísimas. Por lo tanto se supone que han cometido delitos muy graves que durante el juicio se habrían tenido que demostrar y hoy enumerar, especificar y detallar. Esta prueba ha demostrado que este señor hizo esto y este esto otro". ¿Y qué tenemos? ¿Que, qué tenemos?
Pues tenemos que hoy nos han leído los supuestos previstos en el código penal, cosa que ha estado muy útil para comprobar que, efectivamente, existe un código penal. Aquella violencia tan terrible de la que nos hablaban ha acabado reducida a intenciones. Muy intencionadas... pero intenciones. Hubo unas insurrecciones y unos alzamientos brutales... que no provocaron ningún efecto real. Declararon una independencia... que nadie ha visto. Se destrozó el orden constitucional... que nunca dejó de estar vigente. Los únicos que se han creído realmente aquel relato del Gobierno han sido los fiscales del Supremo. ¿Han cantado bingo? ¿Algun bingo más?
El fiscal Cadena ha defendido que hubo un golpe de estado y que si se banaliza la violencia existente el 1 de Octubre, también se puede banalizar la del 23-F porque total "sólo le hicieron una zancadilla al general Gutierrez Mellado, en paz descanse".
Pero, a ver una cosa... ¿Quién se ha creído que es este señor para tratarnos como a unos imbéciles? ¿Pero, cómo se atreve a poner esta mieeeerda de ejemplo? A este ciudadano le pagamos el sueldo para que haga bien su trabajo, no para que utilice la primera ocurrencia que encuentra en la papelera del primer lavabo público que se encuentra en el camino de casa hasta el Supremo. ¡Señor, un poquito de respeto, eh!
Y sobre todo, nadie nos ha dicho cómo es que ante el clima de insurrección violenta con muertos, heridos, mutilados, edificios en llamas y apocalipsis zombi, el Estado no hizo nada para controlar las calles. Es que para no hacer, ni el día de los hechos en la Conselleria de Economía, cuando la gente intentaba comerse cruda a una secretaria judicial y saltaba sobre coches devastados llenos de armas, el Estado ni envió a los policías que estaban intentando asaltar la sede de la CUP sin orden judicial. ¿Me están diciendo que se estaba violentando la ley sagrada y nadie la protegió?
En el minuto 1 ya tenían decidido que ganarían la final de la Champions por cinco a cero, pero después de los 90 minutos de juego reglamentarios resulta que, no es que no hayan ni chutado a puerta, es que ni siquiera han pasado de medio campo. Y hoy han decidido leernos el reglamento para explicarnos cuándo es falta, fuera de juego y penalti. No oigan, para ganar los partidos se tienen que marcar goles. O al menos intentarlo.
Y esto incluye cuando una democracia que se define como homologable quiere condenar a nueve persones por hacer política.