Va, cante conmigo: "¡Madrid no se queda, no se queda Madrid!". La mano es más rápida que la vista y cuando usted estaba mirando la bolita del caos en la gestión de la COVID, la falta de medidas para controlar el virus y una creatividad incluso excesiva a la hora de ofrecer los datos reales, va la presidenta de Madrit (mucho más concepto que nunca de la vida y multiplicado por infinito infinitas veces), mueve los cubiletes, usted señala el que cree que contiene la bolita, ella lo levanta y, ¿qué aparece? ¡Siiiií, la independencia! "Daaale todo Vicenta, que no viene nadie".

Ha sucedido durante un acto donde se trataba de sacar todo el parque móvil banderil y demostrar al mundo que será por tela. Ya a primera hora, los teléfonos de los bazares chinos de la capital no paraban de sonar: "A por otra, a por otra, a por otra bandera pelota", clamaban los de la Comunidad. ¡Y venga encargar banderas! Pero claro, el Gobierno, que no podía quedarse atras, ha exclamado aquello de "Bandera no solo habrá una sino cincuenta y una. ¡O más"!. Y han llamado al mayorista más importante de la galaxia en distribución de banderamen, el señor Quielebolsa Puig, y le han dicho -textualmente- "tooodo, tooodo, tooodo, lo necesito todo", referido al estoc. Y se lo han llevado.

Aun así el resultado ha sido escaso porque la parte de detrás de Pedro Sánchez y de Isabel Díaz Ayuso se ha visto muy vacía, como si faltara alguna bandera:

Pero la cosa no se ha acabado aquí. De hecho, el acto de afirmación independentista madrileña, de sí misma, todavía no había ni empezado. Las banderas sólo eran como cuando en el vermú te traen los palillos, las servilletas de papel y la botellita con la salsa. Las patatas de churrería, los berberechos, los boquerones, las aceitunas rellenas y los mejillones en escabeche han venido después en forma de proclamación de la Constitución del nuevo Estado de Madrit y que tiene como nombre genérico "Madrid es una España dentro de España". O sea la independencia mediante un agujero negro. La presidenta ha declamado el artículo 1 y único. Si quiere ver y vivir el momento histórico, aquí tiene el vídeo:

Pero si quiere leer con calma la transcripción de esta pieza que ya ha pasado a la historia de la humanidad, junto con la desaparición de los dinosaurios, el final de Lost y la venta de Arturo Vidal al Inter por el precio de un apartamento en la 345 línia de mar de Torrevieja, aquí la tiene (por cierto, es recomendable saborearla sentado -o sentada-, no fuera que le viniera un vahído y se golpeara el cráneo con alguna superficie dura):

“Todo el mundo tiene familia en Madrid. Todo el mundo pasa por Madrid. Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. Madrid, ¿qué es sino es España? No es de nadie porque es de todos. Todo el mundo utiliza Madrid, todo el mundo tiene un espectáculo en Madrid... Todo el mundo pasa por aquí. Por tanto, pretender tratar a Madrid como al resto de las comunidades es a mi juicio algo muy injusto y es algo que siempre pasa. ¿Qué le pasa a Madrid? Que es su forma de ser también. Es esa densidad, es esa libertad, son esos horarios. Cualquier domingo, a cualquier hora uno puede comprar en cualquier tienda... Se dan circunstancias que no se dan en otras comunidades autónomas y nos haríamos trampas al solitario si pensáramos que esta Comunidad y esta capital pueden ser tratadas como las demás”.

Claro, ahora se supone que servidor de usted debería hacer un comentario sobre la cosa, ¿verdad? Creo que no es necesario. Porque 1/ se comenta sola, 2/ Usted hará un comentario más brillante, 3/ Es insuperable y 4/ Porque teniendo en cuenta el currículum de la autora, no se podía esperar mucho más...