Al final ha acabado pasando lo que se veía que acabaría pasando. Y estamos somos al principio. Y, sí, la cosa va de ventiladores de la mierda a los que se les descontrola el mecanismo y nunca sabes a quién acabarán salpicando.
Se ha dicho y se ha repetido, la causa contra el independentismo es contra las ideas. Y el juicio lo demuestra cada día. Y unos cuantos no han podido evitar que el tópico sectario que llevan incorporado en el ADN les girara de manera automática el cuello para evitar ver qué estaba sucediendo y no tener que reconocer la realidad.
El Estado tenía la pasta del canelón (castigar a llos indepes), pero necesitaba el relleno (justificar el escarmiento absolutamente desproporcionado). Y pilló la primera carne que encontró (una rebelión y una sedición inexistentes) y le encargó la elaboración a un cocinero tan obediente como chapucero (adivine de quién hablo). Y, claro, esto se ha acabado notando en el resultado final, aunque nos quieran hacer pasar canelón por liebre.
Cuando el plato ha llegado a la mesa del Supremo, por mucho que los que están allí dentro se pasen el día exclamando "mmmmm, que buenos son estos canelones" y "puede traer más pan por poder mojar mucho", todos sabemos que no valen nada (los canelones). Es que, además, se ve de una hora lejos. La bechamel parece yeso, la pasta no se puede cortar y dentro hay unos grumos de color oscuro que inspiran menos confianza que una exclusiva de Eduardo Inda.
Y, sí, se acabarán dando a sí mismos dos mil estrellas Michelin y se abrazarán muy fuerte para celebrarlo, pero en el restaurante no entrarán ni los forasteros hambrientos que pretenden comer canelones y pescado fresco por menos de 8€.
Y ante todo esto, lo progres callados. Con los indepes se entendía porque es superior a sus fuerzas, pero es que en sus narices ha sucedido el fenómeno del engorilamiento cloaquil, consistente en que si vas a por unos y no te pasa nada, la tentación es demasiado golosa para no ir a por otros. Y es así como han llegado hasta los podemitas.
Oiga, es que han espiado y han inventado pruebas contra un líder político y contra un partido (ojo, y de izquierdas) para intentar apartarlo de la circulación. Y que el resto de partidos "constitucionalistas" no digan nada, era de esperar. ¿Cómo quiere que digan nada si forman parte del sistema y ya les va bien, verdad? Pero, ¿y los progres? ¿Dónde están? Una vez más. Actores y actrices, cantantes y cantantes, artistas y artistas.
Oigan, que ya se lo dijeron. Y se lo repitieron. Que la cosa no iba sólo de indepes o no. Y que ahora ya no va, tampoco y sólo, de indepes y de Podemos. No, no, va de estado de derecho. Y va de calidad de la democracia, aunque la cancioncilla de los que defienden el sistema (porque viven de él y con él tienen vida) se titule "Es que en los rankings de estado de derecho, España está muuuuy arriba". Sí, sí, y en los rankings de la época también estaban muy arriba los Milli Vanilli, un grupo que vendió 44 millones de copias y ganó un Grammy, pero que resultaron ser un fraude porque no cantaban ellos.
Problema: los hay que siguen oyendo a los Milli Vanilli como si nada hubiera pasado y sólo les preocupa quién es Milli y quién es Vanilli. Y van de críticos musicales.