La historia ya la conoce. Había una vez un fiscal suizo que investigaba si era cierto que el año 2012, 100 millones de dólares (¡¡¡CIEN MILLONES!!!) viajaron, tralará-tralará, desde Arabia Saudí hasta una cuenta de una fundación de la cual el rey Juan Carlos era único beneficiario. Este fiscal, troloró-troloró, también investiga si de estos 100 millones, 65 fueron a parar a una cuenta de Corina Larsen. La señora Larsen, antiguamente conocida como la señora zu Sayn-Wittgenstein y que era mucho más difícil de pronunciar -donde va a parar-, era "una amiga especial" de la cual el rey "estaba muy encariñado". ¿Bonito, no cree?
Y usted también conoce la segunda parte de la historia, cuando el Parlamento español, al contrario que el fiscal suizo, ha decidido NO investigar el caso. Varios grupos habían pedido constituir una comisión de investigación y el PSOE la ha rechazado con el argumento conocido como el del "¿pa qué?". ¿"Pa qué" investigar, si el artículo 56.3 de la Constitución que nos dimos entre todos lo dice muy claro: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo?”.
¿Y, qué dice el artículo 64.2? "De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden". ¿Y, quien refrenda los actos del Rey? Lo dice el artículo 64.1: "Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes". Por lo tanto, teniendo en cuenta que el año 2012 el presidente del Gobierno y refrendador oficial de reino era Mariano Rajoy, sería Rajoy quien debería dar explicaciones sobre los famosos 100 millones y no la Familia Real. ¡SEN-SA-CI-O-NAL!
Y, claro que no se debe investigar nada. No hace falta. Está de más. Esta modélica familia siempre ha manifestado su compromiso en la lucha más radical contra la corrupción. Y a las pruebas me remito.
Año 2014. En su primer discurso navideño, el Rey Felip nos dijo: “Las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto. (....) Necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable. Pero es necesario —también y sobre todo— evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo (...) Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia”.
Y nos lo confirmó tres años más tarde, en el 2017: “La corrupción se mantiene también como una de las principales preocupaciones de la sociedad, que demanda que sigan tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación y que los ciudadanos puedan confiar plenamente en la correcta administración del dinero público”.
Naturalmente el Rey Felipe había recogido los valores aprendidos de su padre, que es aquel que se había encariñado de Corina y que el año 2011, también en un discurso navideño, nos dijo aquello tan bonito de: Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar. Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan en la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo en la ley. La justicia es igual para todos".
Y tenía mucha razón, la justicia es igual para todos. Y es tan igual, que para algunos todavía lo es más que para los otros. Porque como dijo el Rey emérito el año 2013: "La salud moral de una sociedad se define por el nivel del comportamiento ético de cada uno de sus ciudadanos, empezando por sus dirigentes, ya que todos somos corresponsables del devenir colectivo".
¿Lo ve? ¿Con este compromiso personal tan evidente contra la corrupción, ahora tenemos que ir a buscar detallitos sin importancia del pasado? Y por 100 miserables millones de dólares. ¿No, verdad? ¿Pa qué?