Aparte de los grandes actos de los grandes líderes y de las grandes entrevistas con los grandes candidatos, hay una campaña desconocida, pero muy intensa. Son los pequeños actos en barrios y pueblos, protagonizados por candidatos anónimos o por militantes que han decidido dar la cara por su partido y subir a una tribuna a defender unas ideas.
Hoy hemos ido a uno de estos actos. Y ojo, que hay doble sorpresa:
Pues bien, una sorpresa, la más sorprendente, no se la digo para que se mire el vídeo. Si lo ha visto, ya la sabe. Y la otra, si ha visto el vídeo, también la sabe, pero creo que aparte de verla merece una reflexión.
Efectivamente, la charla estaba convocada a las 7 de la tarde en el centro cívico La Salut del barrio del mismo nombre de Badalona. Estaban convocados representantes locales de los tres partidos indepes bajo el título "¿Y el día 22, qué?". A saber: Laia Mauri de la CUP y GuanyemBadalona en Comú, Mercè Rius de Junts por Catalunya y Miquel Estruch d'Esquerra. El primer bloque del debate ha estado dedicado a la unidad de acción, el segundo a los Comunes y el tercero a lo que sucederá el día 22.
Todos han expuesto sus ideas, más o menos coincidentes. Quizás la única discrepancia ha sido en el concepto unilateralidad. Para Estruch es peyorativo, ya que "lo han puesto de moda 'los otros' para decir que 'nosotros' hemos ido a saco, cuando 'nosotros' hemos sido los únicos que hemos querido negociar". Y para Mauri hace falta "resignificar la palabra y usarla para expresar que nuestra voluntad no tiene que estar supeditada a nadie más". Mientras, Rius explicaba la anécdota según la cual los Mossos, haciendo de policía judicial, va por las consellerias obligando a retirar los lacitos amarillos de los árboles de Navidad "mientras estamos en alerta cuatro y el mayor Trapero hace fotocopias en un despacho".
Sobre qué pasará el 22, Estruch espera ganar y tener un gobierno con mayoría absoluta para hacer lo que sea posible en cada momento, Mauri lo fía todo al municipalismo y a la autoorganización en la calle y Rius ha sido partidaria de esperar a ver qué pasa porque especular es arriesgado.
Y después de una hora de charla (dicho en el buen sentido de la palabra), turno para las preguntas. ¿Habrá alguna o pasará como muchas veces, que la gente mira al suelo, disimula y nadie abre boca? Unas cuantas personas levantan la mano. Bien, pues descubramos qué preocupa a la gente.
Primera pregunta: ¿La CUP habla de desobediencia pero, como desobedeceremos? Segunda: ¿Cómo saldremos adelante si cuando lo hemos intentado resulta que los unos están en la cárcel, los otros en Bruselas, unos cuantos se han quedado sin patrimonio y el Constitucional nos fríe a recursos y lo tumba todo? La tercera pregunta la ha hecho una señora que se expresaba en castellano y que ha avisado "las respuestas que reciba condicionarán mi voto". Y ha soltado: "Hablamos de desobediencia y hacemos lacitos y caceroladas. La gente está decepcionada. ¿Qué pasa si esta gente se cansa? Yo quiero ir más allá y tengo la sensación de que no nos movemos". Cuarta pregunta, realizada por un señor que ha explicado que viene de la lucha obrera: "¿Si hubiéramos proclamado realmente la República, qué habría pasado? ¿Habría cuatro personas en prisión como hay ahora y unos cuantos en el exilio, o la República y el pueblo les habrían sabido defenderlos a ellos y a todos"?.
Y aquí la cosa se ha empezado a calentar. La gente ya no pedía el micro e intervenía directamente. Se han oído expresiones-afirmaciones-reflexiones-reproches del tipo: "¿Y si el 22 perdemos y empezamos a recibir palos otra vez, qué pasa? ¿No nos defenderemos?". "Mucha gente ha quedado decepcionada porque no se ha defendido la República. ¿Y si esta gente dimite y la acabamos perdiendo?". Un señor, ya directamente de pie, no ha dirigido la pregunta a la mesa sino que, mirando al resto, ha explicado: "Yo estuve en la Plaza Sant Jaume y estábamos dispuestos a todo. El pueblo estaba allí. Y ahora tenemos el sentimiento que los políticos no nos acompañaron". Unos cuantos lo han aplaudido. Y entonces se ha levantado a otra señora para decir que "Los políticos sólo tienen que mover un dedo y todos iremos detrás, pero si sigue todo como hasta ahora esto bajará como un suflé y mucha gente se desencantará". Tres filas detrás suyo otra señora ha defendido que "tendríamos que haber cerrado las fronteras, y habrías visto tú". Al fondo de la sala, un señor ha dicho que el debate había sido aburrido, ha agradecido el movimiento final y ha soltado a la mesa: "El pueblo os está pasando por la izquierda". La señora de las fronteras ha añadido "¿Que tenemos que ir, con una paloma de la paz?".
Y a partir de aquí se ha abierto un multidebate que ha olvidado del todo la mesa y que ha dado por acabada la charla oficial. Dos horas y cuarto y la conversación se ha trasladado a la sala. Mientras, una persona del público me ha venido y me ha dicho: "Y usted como|cómo lo ve?". Bien, pues este debate autogestionado unilateralmente demuestra que hay una parte de los indepes, desconozco el porcentaje real, que están decepcionados porque creen que se ha reculado cuando se podía haber forzado más y hacer el paso que ellos consideran "de la victoria". Con el coste que fuera necesario. Y demuestra que el pragmatismo, o la cruda realidad, o la falta de alternativas viables, o las amenazas, o la prudencia, o todo a la vez, obligó a tomar unas decisiones que no se han explicado lo suficiente. Y hasta que no se expliquen, habrá una parte del independentismo más militante que no entenderá nada y que se sentirá huérfano y desamparado.
Son los indepes que no aparecen en los grandes actos de los grandes líderes, ni en las grandes entrevistas con los grandes candidatos. Pero existen. Como existen sus homónimos en el bando unionista (o constitucionalista, o como tengamos que llamarlo). Unos y otros son reales, pero parece que no existan.
Les llaman ciudadanía. Y son los que votan.