Pasaban unos minutos de las 11 de la noche. Roberto Lázaro y un servidor hacíamos guardia en el exterior del teatro la Atlàntida de Vic a ver si podíamos grabar la llegada del conseller Carles Mundó. Sí, hacía frío. Porque en diciembre en Vic hace frío, sí. Pero no es de ahora, no. Hace tiempo que eso pasa. Entramos un momento en el bar a calentarnos y consulté el móvil. Y allí lo vi claro. En el chat interno de la redacción de El Nacional, Maria Macià había escrito: "Tenemos una propuesta para tu sección: Iu-tuber. Te cedemos los derechos si te interesa". ¡No había color!
¡Dios mío! ¿Cómo podía haber sido ciego hasta aquel momento y haber bautizado los vídeos que realizaremos en los mítines y actos de los diferentes partidos como "El vid-iu de campaña"? Nada, hombre (y mujer), nada. Desde ahora mismo ha muerto el vid-iu y ha nacido ¡¡¡Iu-tuber!!! "El Iu-tuber en campaña". Pero no sufra, que todavía puede aparecer otro nombre más doloroso.
Tres cuartos de hora después de haber tomado esta decisión, finalmente llegó el coche donde viajaba el conseller Mundó. Venía directamente desde la estación de Sants, procedente de Madrid con el AVE de las diez y media. El vehículo aparcó a unos metros de la puerta y allí apareció él. Con su andar británico de pasos largos y suaves, que parecen acariciar el suelo. Se acercó hasta un reducido grupo de personas que lo esperaba. Imagine el abrazo más cálido del que sea capaz. ¿Ya? Pues así fueron todos. Él, alto como es, se inclinaba y parecía que fuera recogiendo los abrazados del fondo de la oscuridad del lugar. El conseller tenía prisa, pero pude hacerle una pregunta:
Cuando ya todos miraron hacia donde tocaba, a mucha gente se le humedecieron los ojos. Lógico. Estaban ante una persona que aquella misma mañana se había levantado en una prisión y que ahora estaba ante su gente teniendo el bien más preciado: la libertad. Después ya vendrá el juicio, que esta es la otra, pero de momento Carles Mundó hoy ha dormido con sus sábanas.
La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, saltó de su silla situada en tercera fila, voló hacia el escenario y se lanzó a sus brazos. Fue un abrazo con molinillo. Sí, ¿sabe cuándo abrazas a alguien y el abrazo es tan intenso que la unión resultante gira a derecha e izquierda? Pues eso.
Y mientras un servidor veía aquella escena que, de momento, es la imagen de la campaña, no pude evitar pensar en el Carles Mundó persona. En aquel hombre que ahora estaba allí y que no hacía muchas horas estaba en una prisión. Te encarcelan con una decisión judicial, digamos... "¿mejorable?" Te pasas allí 32 días. El viernes te hicieron salir de tu celda con la esperanza de marcharte a casa y volviste para estarte un fin de semana más. O no, porque nadie te garantiza nada. La situación de provisionalidad es total y absoluta. No eres una persona, eres un expediente que va arriba y abajo. Y el lunes te levantas. Te llevan nuevamente al Tribunal Supremo, sin saber si esta vez también volverás a aquella celda o por fin dormirás en casa. Esperas horas que te comuniquen la decisión. Te dicen que te puedes marchar. Vuelves a esperar, ahora para saber si podrá hacerse efectiva la fianza o no. Por fin sales. Coges un tren y a las 12 de la noche de aquel mismo día, en vez de marcharte hacia casa a recuperar tu vida, te vas a un mitin y pronuncias un discurso animando a la gente. Ahí es nada, ¿no cree?.
Bien, pero ayer en Vic pasaron estas cosas y otras. Están resumidas en este vídeo: