"Cuando un tribunal europeo quita la razón a jueces españoles, no es bueno para España". La frase es de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y tendría que preocupar, en general, a la justicia española y, en particular, a los jueces a los que los tribunales europeos les quitan la razón.
Pero resulta que, lamentablemente, esta frase, que es completamente cierta, no preocupa nada a quien tendría que preocupar. ¿Por qué? Bien, pues porque la justicia política española no está haciendo todas estas cosas tan extrañas que hace últimamente porque pretenda defender España ni porque la ame. No, no, lo hace para defenderse a sí misma y porque se ama a sí misma. Por lo tanto, les importa un comino si todo eso es bueno o malo para España, porque España no les importa lo más mínimo. ¿Nacionalistas? Sí, de sí mismos. De su poder y de su estatus.
Este Estado paralelo que va por libre y que está incrustado en la justicia, pero también en la policía, en la Guardia Civil, en los medios de comunicación y en las empresas que viven de los contratos del Estado que se negocian en los palcos de determinados estadios de fútbol (y que convive con una justicia, una policía, una Guardia Civil, unos medios de comunicación y unas empresas que intentan hacer su trabajo como mejor saben), no tiene ninguna patria ni ningún amo que no sean ellos mismos.
Por lo tanto, lo que piensen de España en Europa, en la China Popular o en Ganímides a todos estos les lame un pie y parte del otro. Van a la suya y a conservar el chiringuito. Su único interés es seguir colocados y seguir colocando a los suyos para controlar el poder mientras tengan vida laboral y después disfrutar de generosas jubilaciones que les permitan seguir viviendo todavía mejor hasta una dulce y relajada muerte.
Sí, en sus círculos de poder ellos explican que todo esto lo están haciendo para salvar España, pero tendrían que añadir que es para salvar "su" España, la España de donde cada vez hay más gente que se siente expulsada porque sólo puedes formar parte de ella si eres de los suyos y aceptas las reglas de juego que ellos te imponen. Es una España de la cual cada vez más gente deserta porque, ¿cómo te puedes sentir parte de un proyecto donde es evidente que no te quieren tal como eres? ¿Cómo te puedes sentir integrado en una idea de país que no es para todo el mundo sino que está al servicio de mantener los privilegios de una minoría que nadie ha elegido?
Pero la frase de Irene Montero también tendría que preocupar, en general, a los españoles que tienen que sufrir esta justicia y este entramado que se ha demostrado dispuesto a fulminar el estado de derecho y, en particular, tendría que preocupar a los españoles que quieren a España, que quieren lo mejor para su país y que querrían que fuera ejemplo internacional de virtud y no de descrédito. Pero no parece que eso sea así. Y no, no es por culpa suya. O no del todo. Han sido demasiados años de propaganda adoctrinadora de los medios españoles que trabajan al servicio del Estado paralelo y de las cloacas del Estado. Y eso ha tenido su efecto. Como en su momento tuvo efecto el "Todo es ETA". Es exactamente lo mismo. Y la aplicación de la misma plantilla en una situación que no tiene nada que ver y que, sobre todo, vivimos directamente nos ha servido para darnos cuenta de aquella gran mentira y de aquella gran manipulación que todos nos creímos y que quieren repetir aquí. Y que conseguirán repetir.
Según una famosa frase hecha, "se puede engañar a todo el mundo un cierto tiempo y se puede engañar a mucha gente todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo". Lamentablemente, la frase es un engaño. Porque, sí, en esta España se puede seguir engañando a mucha gente. Y de hecho, se está haciendo. Sin que suceda nada.