Pues ya ha salido el Gordo de la semana. Esto funciona como el anuncio aquel de los plátanos. Allí era uno al día y aquí las sentencias son cada siete, por lo menos. En este caso el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha condenado por un delito de desobediencia a Pau Juvillà, diputado de la CUP y secretario tercero de la Mesa del Parlament. El premio, esta vez nada repartido, ha sido de seis meses de inhabilitación para cargo público y una multa de 1.080 euros. ¿La causa? Lucir lazos amarillos en su despacho de concejal de Lleida durante la campaña de las elecciones generales. La denuncia de una concejala de Ciudadanos provocó que la Junta Electoral de Zona y después la Provincial lo obligaran a retirarlos. Él se negó y ha acabado sucediendo lo que ya es habitual que suceda en este país, y es que un tribunal igual decida sobre los confinamientos establecidos por un experto en virus, cómo se deben educar a las criaturas o que le retire el acta de diputado a una persona elegida por sufragio universal por mostrar un símbolo considerado partidista. ¿Partidista? Hablemos de ello.
¿Qué es exactamente un símbolo partidista? ¿Uno que excluye a quien piensa diferente a lo que representa ese símbolo? ¿Sí, no? Entiendo que este sería el espíritu que se ha aplicado en este caso y en el del president Torra con la pancarta, porque si no, no tendría ninguna lógica. Por lo tanto, hemos quedado en que durante las campañas electorales ni en los edificios públicos, ni en los despachos que se ocupan en estos edificios, pueden existir ni mostrarse símbolos que no representen el 100% de los posibles votantes de todas las opciones políticas. ¿Sería eso, verdad?
Pues bien, ahora ya sabemos que queda absolutamente prohibido que en un edificio público y en periodo electoral haya un cartel de apoyo a Open Arms, por ejemplo. Porque hay partidos, incluso con representación en el Parlament, que afirman que esta ONG no salva vidas en el Mediterráneo rescatando gente desesperada, sino que estimula el trabajo de las mafias que transportan personas hasta el medio del mar para que ellos las recojan y las lleven a puertos europeos.
También queda prohibido pedir a la ciudadanía que se vacune porque hay personas inscritas en el censo electoral que son contrarías y que podrían sentirse obligadas a hacer una cosa contra su voluntad. Y, como todo el mundo sabe, no se puede obligar a nadie a vacunarse. Y quedan también excluidos los anuncios pidiendo la participación en La Marató de TV3 de este fin de semana a favor de las enfermedades mentales porque hay una corriente de opinión que dice que es un producto televisivo que promociona la caridad capitalista malentendida y que quien debe invertir en sanidad, también en la mental, es la administración.
Y quedan fuera los símbolos relacionados con Cáritas porque como es una organización religiosa —por lo tanto, partidista— si expone sus campañas discrimina a las otras religiones y también a los que tienen que ver con el Banco de los Alimentos, porque podría ofender a quien no le gustan los pobres o ya le parece bien que existan porque se lo han buscado. Y, naturalmente, fuera todo el que tenga que ver con los movimientos LGTBI o la violencia de género porque tal y como sucede con los "inmigrantes ilegales" hay mucha gente que niega tanto la existencia de la violencia machista como que es muy contraria a los invertidos, a las invertidas y a todos los otros raritos estos que se pasean provocando malestar a la gente decente. Por lo tanto, en los edificios públicos paredes totalmente blancas y nada de plantas, porque hay gente que es alérgica.