No, este artículo no es ni a favor de Jordi Pujol ni en contra de Felipe González. Ni viceversa. Va de reivindicaciones. De las que se hacen públicamente sobre la obra política de las personas. Con una pregunta directa: ¿qué es peor, robar o matar? O, mejor dicho: ¿qué es más condenable? Claro, la respuesta puede ser que lo son las dos cosas, pero el código penal no las castiga igual. Y el código moral que se aplica a las personas tampoco es el mismo.
Al día siguiente que la Mesa del Congreso de los Diputados haya tumbado la propuesta de constituir una comisión de investigación sobre la presunta implicación de Felipe González en el terrorismo de estado que practicaron los GAL, hoy se ha hablado del expresidente español en la sesión de control al Gobierno. Preguntado por Gabriel Rufián, Pedro Sánchez, enemigo íntimo de González (una enemistad que es mutua), lo ha defendido de esta manera: "Cuatro elecciones ganadas, casi 14 años de gobierno, una modernización sin precedentes del sistema de salud pública, del sistema de pensiones, de la educación, de la integración de España en Europa. En definitiva, aquí está el legado, la historia de Felipe González, uno de los grandes modernizadores de la España democrática".
Por lo tanto, el actual presidente del Gobierno ha defendido que el exitoso legado de Felipe está por encima de las cosas "feas" que hubiera podido hacer, si es que las hizo. El criterio, pues, es que a la hora del balance, a los personajes les tenemos que perdonar las partes oscuras. ¿Pero Sánchez ha manifestado siempre este criterio? No, el 9 de septiembre del 2014, no. Aquel día Sánchez incluso criticaba a Felipe por haber defendido a Pujol:
Un mes antes, Sánchez había pedido que el Parlament constituyera una comisión de investigación sobre el caso Pujol y que el expresidente compareciera para dar explicaciones. ¿Por qué en el caso GAL, comisión de investigación no y en del de Pujol sí? ¿Y, por qué Sánchez no le aplica al legado la misma plantilla? "Seis elecciones ganadas, 23 años de gobierno, una modernización sin precedentes del sistema de salud pública, del sistema de pensiones, de la educación, de la integración de Catalunya en Europa, del apoyo a la democracia durante el golpe del 23F. En definitiva, aquí está el legado, la historia de Jordi Pujol, uno de los grandes modernizadores de la Catalunya democrática". Ojo, que no lo digo yo, sencillamente copio y adapto el criterio de Sánchez.
¿Cuál es la diferencia a la hora de valorar a la persona? No estoy preguntando si uno es mejor que el otro, sólo pregunto por qué a uno se lo condena política y moralmente y al otro no. Y ya no lo digo sólo por Sánchez, sino en general. ¿Por qué motivo el dinero en Andorra te destruye el legado y los GAL no?
Quizás la respuesta la ha dado Sánchez, y sin saberlo, al acabar su intervención de hoy recordando la confesión de un periodista de la época: "Tuvimos que desestabilizar el Estado para hacer caer el Gobierno de Felipe González". Frase que adaptada al tema que nos ocupa y pasada por lo que dijo una vez Alfredo Pérez Rubalcaba sobre el procés sería más o menos: "Aceptamos pagar el precio de tener que deslegitimar estamentos del Estado como la justicia y las fuerzas de seguridad para encarcelar y destruir a los líderes independentistas y su legado. Personal y político".