Alguien descubrió un día que con la lengua se puede hacer política. Y que eso da votos. Y desde entonces, el debate de la lengua transita por el borde del barranco. De hecho, cuando en Catalunya según quién habla de lengua, no habla de lengua sino directamente de política. De política barata. Porque ya es triste tener que ganar votos intentando fracturar una sociedad usando un problema inexistente.
Afortunadamente, la realidad es otra y las cosas son más sencillas de lo que algunos querrían. La condición humana hace que todo fluya con naturalidad y normalidad y que quien quiere provocar el incendio acabe tirándole gasolina a leña mojada.
El ejemplo más bestia lo tuvimos el miércoles por la noche después del partido de Champions que el Barça jugó en Eindhoven. Un periodista brasileño entrevista a Gerard Piqué y sucede una situación inesperada. Y pasa con tanta naturalidad que no hay que explicar nada más porque el propio momento lo dice todo.
El vídeo ha circulado mucho. Se ha hecho eso que ahora le llamamos viral. Y, sí, es por el contenido y porque Piqué es un tótem mediático, pero sobre todo porque es una escena donde todo fluye. Nada es forzado y todo pasa sin darle ni darse ninguna importancia. Porque es que realmente no la tiene. O mejor dicho, no la tendría si la lengua no la hubieran convertido en arma arrojadiza. No debería tenerla si no fuera porque permanentemente le buscan los tres pies al gato y cualquier anécdota es magnífica hasta niveles de grave insulto a la inteligencia y al buen gusto intelectual.
Pero lo que ha remachado el clavo ha sido una frase del tuit que Marcelo Bechle ha hecho tras comprobar el eco que ha tenido el vídeo. Apúntela porque es SEN-SA-CI-O-NAL: "Hablo el catalán también por respeto al lugar donde vivo.
Y me ha recordado la camarera italiana y la camarera argentina de dos lugares diferentes donde almuerzo a menudo. Yo siempre les hablo en catalán y ellas siempre en sus idiomas. No nos lo hemos dicho nunca, pero lo hacemos. Y mutuamente vamos aprendiendo palabras y frases. Y cuando no entendemos una cosa nos la preguntamos. Y nos la explicamos. Y eso a mí me permite saber cosas y enriquecer mi lenguaje y a ellas ir teniendo un pequeño vocabulario para ir usando con otros clientes que hablen catalán.
Fluyendo. Con naturalidad. Con respeto. Con la voluntad de entendernos y de compartir. Sin ni querer imponer nada al otro ni tú encerrarte a nada. Porque si la gente hace las cosas como le salen, las cosas son muy sencillas. La lengua, también.