Pero, pero, pero... ¿esto qué es? ¿Qué es esta alevosía mayúscula a los valores más sagrados? ¿Qué es esta renuncia a defender la esencia patria que a través de los siglos nos ha llevado hasta aquí? ¿Dónde está el respecto a 5 mil años de historia (o más)? ¿Dónde está el patriotismo constitucional cuando más se le necesita?
¡Qué vergüenza! ¡Qué infamia! ¡Qué oprobio! ¡Qué ignominia! ¡Qué deshonor! ¡Sobre todo eso, qué deshonor!
¿Cómo es posible que alguien que ha demostrado repetidamente que se viste por los pies, como los hombres de bien, ahora afloje ante el delirio de un tribunal formado por gentuza que seguro que va a trabajar vestida con pantalones cortos y tirantes, como si fueran la decoración de la pared de un frankfurt pasado de moda?
¿Cómo es posible que cuatro depredadores de salchichas sin ningún compromiso con la justicia divina, que es la nuestra, demuestren una terrible falta de compromiso con la verdadera verdad, que es la nuestra, y nadie les pare los pies y los sitúe donde se merecen?
¿Quién es Alemania para decirle a España qué es la justicia? ¿Pero, quién se han pensado que son? ¿Quién es Alemania para decirme a mí de qué delitos puedo o no puedo acusar a quien me apetezca? Y, en general, ¿quién narices es Alemania? Pero lo más terrible es que permitimos la humillación.
¡Váyase señor Llarena! Si usted, ante este ataque a la verdad y a la justicia perpetrado por un país donde todavía hay más nazis que en Catalunya, decide retirar la orden de detención contra el golpistatraidorfugitivo, ¿qué nos queda? ¿Quién nos queda?
¡Qué decepción! Los españoles de verdad confiábamos en su gallardía y en su responsabilidad de defender la unidad de la patria por encima de todo.
Porque Dios es español y lo señaló a usted para hacer justicia. Pero usted a las primeras de cambio se ha bajado los pantalones ante unos devoradores de col podrida. Usted tenía el deber de traernos al golpistatraidorfugitivo para que pudiéramos humillarlo y ahora usted se ha convertido en un golpista más. Y no, no vale la excusa esta de que Alemania ha rechazado los delitos que usted se inventó con una imaginación digna de elogio. No, señor Llarena, no. Si rebelión y sedición no valen, hay otros delitos como el de terrorismo, por ejemplo. Mire, Tamara Carrasco, una peligrosa cederrista que hace tres meses que no puede salir de su pueblo porque fue acusada precisamente de terrorismo por levantar la valla de una autopista. Y ahora resulta que por culpa de su cobardía de usted, Puigdemont puede pasear por Europa como si fuera un mosquito tigre en un camión en busca de nuevos lugares donde establecerse.
¡Llarena, así no! ¿Que rebelión y sedición no? Pues oiga, su obligación es ir probando. Homicidio imprudente, aborto, manipulación genética, secuestro, exhibicionismo, poligamia, edificación en suelo no urbanizable... ¡es que da igual! ¡Será por delitos! El código penal es lo bastante extenso para no acabar acertando alguna cosita, ¿no?
Llarena, y ante su apellido no pongo la palabra "señor" porque usted ya no lo es. Llarena, usted ya no es de los nuestros. Llarena, usted ya no es español.