Nuevo ejemplo de lo que cada vez sucede más a menudo: una misma noticia puede ser verdad o mentira, según quien la explica. O, mejor dicho, una noticia genera un número suficiente de elementos argumentales como para poder defender que es verdad o mentira.
Esta empezó a cocerse el viernes cuando El Confidencial publicó esto:
Enseguida, el unionismo se tiró en plancha a difundir la noticia. Y era lógico porque el titular afianzaba sus tesis y dejaba en mal lugar el independentismo:
En el resto de medios, de todo un poquito. Algunos, con una alegría poco disimulada, reproducían la noticia con banda de música y majorettes, como habría sucedido en otros medios si la noticia fuera la contraria.
El caso es que el alboroto generado en Catalunya y en España llegó a oídos de la persona que lo había iniciado todo. Y cuando esto sucedió, esta persona, el señor Clayborne Carson, director del Instituto Martin Luther King Jr. de Investigación y Educación, desmintió rotundamente que él hubiera dicho lo que le adjudicaba el periodista de El Confidencial David Brunat. Y con el desmentido llegó el texto íntegro del comunicado. Para que quedara más claro todavía. Y, a partir de aquí, la polémica. Teníamos dos versiones de la misma conversación. ¿Quién tenía razón?
El desmentido provocó un sentimiento de desencanto en el periodista, que reaccionó en su cuenta de Twitter, de un lado suponiendo los motivos de la rectificación y del otro anunciando la publicación de la grabación de la conversación para que quedara claro qué había dicho o no había dicho el señor Carson.
En esta nueva pieza con los audios, Brunat amplía su versión de los hechos.
En este momento todavía no sabíamos cuáles habían sido estos "insultos y presiones" indepes a los que hacía referencia porque, lamentablemente, no ofrecía ningún ejemplo. Hasta que Juan Soto Ivars, periodista y también colaborador de El Confidencial, tuiteó algunos. Eso sí, teniendo la precaución de borrar los nombres de los autores de los tuits para, entiendo, evitar que sean señalados por quien piensa diferente a ellos.
Los unos opinarán que eso son presiones e insultos y los otros opinarán que son críticas normales. Aquí tampoco habrá acuerdo. Como tampoco lo habrá con lo que dicen los audios y lo que acaba saliendo en la pieza. Son en inglés, por lo tanto, una parte importante de la población no podrá apreciar lo que se dice exactamente, por lo de que somos un país con déficit idiomático. Pero tampoco sabemos si estos son todos los audios existentes o hay otros porque eso no se nos dice. Por si se quiere entretener, aquí los tiene:
Con la publicación de las declaraciones de Clayborne Carson, David Brunat da por acabado el tema. Considera que todo queda aclarado y que su versión es la cierta. Pero resulta que, en la red, mucha gente no ha quedado nada satisfecha y mantiene que Carson no ha dicho lo que se le atribuye en el titular original y que en ningún momento se aprecia ningún llamamiento explicito a que el president Torra o los indepes tengan que dejar de usar el nombre de Martin Luther King.
Para un observador imparcial, si es que queda alguno, es muy difícil saber quién tiene razón. Como decía al inicio, las dos partes pueden aportar bastantes argumentos como para sostener su posición. O sea que este tema se va directamente a la caja de la actualidad donde una misma realidad puede ser cierta o falsa, dependiendo de cuál quieras tú que sea.
Y el ejemplo es el tuit del vicepresidente del Parlament y diputado de Junts per Catalunya, Josep Costa, y la respuesta del periodista de El Confidencial, Marcos Lamelas.
Porque a partir de aquí, y después de haber oído los audios, el señor Costa podría repetir su argumento y Lamelas responderle lo mismo hasta el infinito. De tal manera que sobre un mismo hecho convivirán eternamente dos mentiras con dos verdades. Y es así como al final unos pueden decirles a los otros que no hablan del Instituto Luther King, sino de un pedido en el Burger King.