Dos de los países más importantes del planeta están en manos de señores despeinados. Y populistas. Y, por lo tanto, mentirosos. Ojo, pero no son mentirosos porque vayan despeinados sino porque son populistas. Una cosa va ligada a la otra. Y cuanto más eres de una cosa, más eres de la otra. Y viceversa.
Lo peor (sí, siempre hay una cosa peor) es que sus mentiras son tan simples como efectivas. Y como la gente que se las quiere creer se las cree, por muy inverosímiles que sean, han perdido el mundo de vista y, como decía mi abuelo, las dejan ir como los asnos los pedos. Pero para entender este fenómeno del mentiroso compulsivo, con balcones en la plaza del ayuntamiento y que se cree que somos idiotas (eso que ahora le llaman Fake News), ¿qué tal si lo observamos de la mano de uno de los dos personajes mencionados y gracias a un momento absolutamente IN-SU-PE-RA-BLE?
Estos días, y después de haber arrasado las islas Bahamas, el huracán Dorian circula por delante de la costa este de los Estados Unidos y en dirección norte. El domingo, Donald Trump tuiteó que este fenómeno meteorológico afectaría al estado de Alabama mucho más de lo previsto. Textualmente afirmó que "resultaría probablemente más impactado que lo pronosticado". Rápidamente salieron a desmentirlo el Centro Nacional de Huracanes (NHC en su versión original inglesa) y el Servicio Meteo Nacional de Alabama. Y los dos le dijeron que no, que el huracán NUNCA había amenazado Alabama y que los expertos no habían dicho NUNCA que eso podría pasar. Y hay un mapa que lo demuestra. Por lo tanto, Trump mentía.
¿Reacción del presidente de los EE.UU.? Convocar a los periodistas en su despacho de la Casa Blanca y demostrar que sí, que él tenía razón y que el Dorian realmente amenazaba Alabama. Pequeño problema: ¿si el mapa decía claramente que no, cómo lo solucionamos? Pues muy sencillo... El mapa tenía que decir que sí.
La primera imagen es del fotoperiodista Tom Brenner y se ve que Trump está en el despacho enseñando a todo el mundo y con toda la naturalidad el mapa de la NHC. Cómo diciendo "¿Lo ven? Lo que yo les decía".
Si mira fijamente la parte izquierda del mapa hay una cosa negra muy diferente al resto. La veremos mejor en una instantánea del fotoperiodista Evan Vucci:
Observará que el globo de posible afectación abraza toda la península de Florida y un trocito de Georgia. Pero también verá que en lel lado izquierdo hay otra redonda hecha con un rotulador negro y que es como un grano de pus añadido. ¿Qué sucedió? Bien, es evidente que la divina providencia provocó la aparición espontánea de la prueba que, casualmente, demuestra que Trump no mintió. Y la redondita, por cierto, es del mismo color que su rotulador.
Trump está tan acostumbrando a mentir que se cree que nadie se dará cuenta de la chapuza nivel clase de los delfines. Está tan convencido de que es impune a la mentira que en ningún momento se plantea que nos daremos cuenta de la burda falsificación. No es capaz de ver que la manipulación se nota mucho. A esto algunos le llaman confianza ciega en uno mismo pero la ley de los EE.UU. dice que quien "publique cualquier predicción meteorológica que represente falsamente lo emitido por las agencias oficiales" será multado y castigado hasta con 90 días de prisión.
Ah, por cierto, hoy mismo Trump todavía decía que "bajo ciertos escenarios originales era correcto que Alabama podría haber sufrido algún tipo de daño". O parafraseando a Groucho Marx: "Tengo uno mapas falsos, pero si no lo gustan tengo otros".