La metáfora del día es aquella de la manta corta. La que dice que cuando te tapas la cabeza se te destapan los pies. Y viceversa. Pero en este caso lo es en la variante llamada "hay mantas cortas que siempre tapan las mismas partes del cuerpo".
Luís Bárcenas, también conocido como "Luís el cabrón", según pudimos leer en los papeles del caso Gürtel, había sido fuerte hasta hoy. "Luís, se fuerte", le dijo Rajoy en aquel famoso SMS que alguien filtró y que todos (y también todas) leímos. Pero él ya los avisó, "si mi mujer va a prisión, estiro de la manta". Y su mujer hace tiempo que está en prisión. Y hoy Luís ha aflojado. Cinco días antes del inicio del juicio por la caja B del PP ha enviado un escrito a la fiscalía Anticorrupción donde dice que el PP se financió ilegalmente entre 1982 y el 2009 (¡¡¡durante VEINTISIETE AÑOS!!!), que había caja B, que se pagaban sobresueldos y que Mariano Rajoy lo sabía todo.
Ahora falta que Bárcenas tenga pruebas de todo esto que afirma. O mejor dicho, hay que saber qué conserva todavía de toda la documentación que tenía y que se ha ido perdiendo por el camino en incidentes a veces más propios de una película de serie Z. Como cuándo Villarejo sobornó a su chófer para poder acceder a los papeles o cuándo envió a su casa a un tipo vestido de cura para intentar robarle los documentos. O el no menos apasionante caso del disco duro de su ordenador, donde guardaba toda la contabilidad B y que el PP destruyó. Ojo, pero en un acto de destrucción masiva total. Usaron el "Método Gutmann", llamado así en honor de Peter Gutmann, profesor de Computación de la universidad de Auckland que desarrolló un algoritmo consistente en reescribir 35 veces sobre los datos originales existentes en el disco duro, cosa que hace imposible recuperar absolutamente nada. Pero es que después, además, lo rayaron. El disco duro. Y no me extrañaría que hubieran saltado encima, bañado en ácido sulfúrico y, finalmente, se hubieran meado.
Los Estados y los partidos necesitan a alguien que les haga los trabajos sucios. Policías como Amedo y Villarejo o contables como Bárcenas y Daniel Osácar. Todo va bien hasta que llega el día en que todo se tuerce. En un caso porque la mezcla de Mortadelo y Pepe Gotera y Otílio no permite ningún otro desenlace (Amedo) y en otros porque se creen tan impunes que enloquecen y montan un negocio personal allí dentro y, además, haciendo chantaje a sus mentores (Villarejo). En el caso de los contables tenemos la versión del que ve pasar tantos billetes por delante de sus narices que acaba pensando "unos millones menos no se notarán" (Bárcenas) y la del fiel servidor que, además de no embolsarse nunca un euro, cuando todo se sabe se come la mierda en silencio (Osácar).
Y cuando caen se llevan por delante a un rey emérito o quizás ahora al rajoyismo en pleno. Pero fíjese que hay un mundo en el cual no hay nunca caídas. Donde los servidores a la causa siempre reciben un acompañamiernto total y la impunidad es absoluta. ¿Cuáles? Usted ya sabe de lo que le hablo y de quien. Ah, por cierto, sin ninguna relación con todo eso, por supuesto, y hablando de mantas que tapan... Qué casualidad que hoy hayamos sabido que la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha inadmitido la querella de Sandro Rosell y Joan Besolí contra la jueza Carmen Lamela por haberlos tenido dos años en prisión preventiva por unos delitos de los cuales fueron juzgados y absueltos. Lo que le decía, casualidades. Y tipos de manta.