En medio del debate sobre si el estado de las playas después de que la ciudadanía vaya a celebrar la verbena demuestra que somos una sociedad marranamente incívica insolidaria y egoísta con el espacio ajeno, llega a nuestras pantallas "La imagen de cómo queda la arena en el fondo es una metáfora sobre como funciona para algunos la política". Dos ejemplos lo confirman.
Javier Nart, eurodiputado de Ciudadanos. Hoy ha descubierto que él y su partido no están de acuerdo en la estrategia. Y en algunas cositas más. Tiene todo el derecho. Solo faltaría. Sorprende que no se haya dado cuenta de ello hasta hoy, pero ya se sabe que el interesado siempre es el último en saberlo. Se ve que se ha levantado, ha mirado por la ventana y ha exclamado: "Eso nuestro ya no es lo que era". Y ha anunciado que dimite como miembro de la ejecutiva del partido. Ahora bien, conserva el escaño de eurodiputado obtenido tan recientemente que ni ha tomado posesión.
O sea, mantendrá durante cinco años un asiento que ha ganado yendo a una lista con las siglas de un partido que ya no es el suyo porque él lo ha decidido así. Y cobrará el sueldo correspondiente. Y no tendrá que dar explicaciones a nadie. Ni siquiera a sí mismo. ¡Y estará allí hasta los 77 años!
El mismo día que otro destacado miembro de Ciudadanos, Toni Roldán, se ha dado cuenta de lo mismo que Nart y también ha decidido irse. Pero Roldán se va de verdad y no solo un poquito.. Él deja el escaño de diputado al Congreso. No está de acuerdo con la situación y lo deja. No hace como Nart, que dice que no está de acuerdo y se queda sentado en el escaño esperando a que pasen los días. Roldán es la prueba que demuestra cómo se hacen las cosas cuando no estás de acuerdo con las cosas.
Aplicado a la moda esta de ir a pasar la verbena a la playa y dejarlo todo hecho una mierda, Roldán sería la familia que va cargada con kilos de comida y bebida, come y bebe y cuando considera que ya tiene suficiente coge una bolsa vacía, deposita en ella todos los restos generados y los tira a un contenedor.
En cambio Nart sería la familia que va cargada con kilos de material, se lo zampan todo, se lo maman todo, y cuando toca marcharse, dejan los restos allí mismo pensando que ya vendrá alguien a limpiarlo. Y este alguien, naturalmente, no son ellos. Y si al día siguiente la mierda ahoga a quien vaya a la playa, es su problema porque los Nart ya no estarán allí. A los Narts de turno les chupa un pie y parte del otro el resto de la humanidad. Que les den mucha morcilla malagueña porque la cuestión es yo, yo, yo y yo. Y finalmente yo.
Y lo más sensacional de la metáfora es que cuesta entender cómo es posible que las mismas personas que hacen el viaje de ida a la playa arrastrando kilos de material no sean capaces de cargar los envases y los recipientes vacíos de vuelta. Al menos hasta un lugar donde depositarlos. ¡Hostias, si pesan menos!
Bien, y quien dice viaje de ida y vuelta a la playa dice al escaño que, como la playa, es de todos. En este caso de todos los que han votado el partido, no a ti.