Han estado mareando la perdiz todo este tiempo. Primero insinuaron que quizás la solución al quebradero de cabeza era hacer entrar los tanques por la Diagonal, con el terrible riesgo de recibir una multa por exceso de velocidad del famoso radar situado al inicio de la bajadita. Un radar, por cierto, que ahora mismo ya no sabemos si todavía está o no. Total, que lo dejaron caer de paso algunas voces de tercer y cuarto nivel por efecto del tradicional "por mis santos güebos". Pero quedó en una cosa parecida a aquello del "¿Y si sois independientes, con quién jugará la liga el Barça? ¿con el Figueres?" (que, desconozco la manía de poner siempre el ejemplo del Figueres).
Después usaron el miedo sistemático. Aquello del "vagarán por la galaxia" y otras afirmaciones parecidas. Y, a partir de aquí, la Operación Catalunya Mediática con insultos, mentiras y manipulaciones de los medios comprados por el PP con dinero negro (un tema del cual hablaré pronto) o la Operación Catalunya, propiamente dicha.
Y, finalmente, la amenaza del artículo 155 de la Constitución. Un clásico: “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general” Como diciendo, ¿sabe?
Pero al final, ha acabado apareciendo la verdad revelada. Ni tanques, ni 155, ni puñetas. No era ni el huevo ni era la gallina, era el patrimonio. "¡A por ello, oé!". Y "ello" era la pasta. La primera liebre la soltó el exconseller Baiget cuando todavía estaba en el cargo con aquello del "si hay que ir" a la prisión se va, pero que no me toquen la cartera". Alguna cosa se olía. Y después ha venido la liebre en formato de receta a la Royal con el Tribunal de Cuentas a punto de aceptar la petición de la fiscalía de investigar a Artur Mas, Joana Ortega, Francesc Homs y Irene Rigau "para determinar sus responsabilidades en el gasto de 5,12 millones en la votación del 9-N".
Eso traducido sería: estos 4 cargos aprobaron gastarse irregularmente esta cantidad de dinero público y ahora tendrían que devolverla al Tesoro español. Y 5,12 millones de euros, ahí es nada.
Por lo tanto, la solución es aplicar el tradicional método en estos casos: dimisión del actual gobierno y nombramiento de un presidente y unos consellers testaferros. Sin oficio ni beneficio ni, sobre todo, patrimonio. El juego del gato y la rata se acaba si en vez de una rata pones una liebre. O una rata disfrazada de liebre. O una liebre disfrazada de liebre.