La nevada de realidad que cae las últimas horas sobre el Estado les complica mucho ahora mismo su acceso a la mentira y a la manipulación. En este momento, sobre su relato basado en la falsedad hay metros de precipitación sólida en forma de verdad. Y eso no lo solucionan con cadenas. Ni de TV. Ni tan sólo las que se pasan el día hablando de Tabarnia en programas que se nos presentan como serios y que parecen de humor.
Esta mañana de martes, Enric Millo se ha puesto al volante de una quitanieves para intentar abrirse paso entre la montaña de imágenes de las cargas policiales del 1-O. Siguiendo el camino marcado por el ministro Juan Ignacio Zoido (alias "una de cazón, una de morro y una cervecita bien fresca") y por el tal Diego Pérez de los Cobos, Millo ha ido al programa de Basté (RAC1) y ha provocado un alud. Concretamente de críticas. Pero a él tanto le da porque, como buen empleado que es, ha seguido el argumentario del Estado que intenta crear una vía alternativa a la verdad por donde poder circular con fluidez fuera de pistas y ha dicho aquello de: "Técnicamente no hubo cargas el 1 de Octubre. Son acciones de cumplimiento de una orden judicial que consistían en desalojar las escuelas para impedir el referéndum".
El problema es que el temporal es muy potente y el grosor de verdad acumulada empieza a ser tan importante que les empieza a ser muy difícil transitar por la ficción. En pocas horas les ha caído del cielo: 1/ 650 juristas de toda España denunciando al comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa la vulneración de derechos humanos habida el 1-O, la represión sufrida "con serias vulneraciones de derechos y libertades" y la suspensión de la autonomía, 2/ los dos guardias civiles que redactaron el atestado del 1-O en Sant Joan de Vilatorrada han negado ante el juez que el concejal Jordi Pesarrodona (el de la nariz de payaso) incitara al odio contra la policía, 3/ la incapacidad del Gobierno de poner un solo ejemplo (ni uno) en la respuesta al senador de Bildu Jon Iñarritu, que les pidió el listado de injerencias extranjeras en el proceso catalán denunciadas por la ministra Dolores de Cospedal en una entrevista en el ABC y 4/ y la más bestia de todas. El Gobierno ha entregado varios informes al titular del juzgado número 13 de BCN, José Antonio Ramírez Sunyer, donde queda absolutamente demostrado que la Generalitat no gastó ni un céntimo de euro de dinero público en el referéndum del 1-O. O sea, el resultado de aquel partido es Piolines, 87 millones; Generalitat, 0. Un 1 en la quiniela y queda desmontado el delito de malversación que mantiene en prisión provisional a 4 personas. Y, como los de rebelión y sedición ya cayeron desde el principio, la farsa judicial les queda enterrada de nueva verdad con calidad polvo.
El 1-O quisieron provocar miedo. Quisieron demostrar que tenían la fuerza y que esta era mucha. Y la ejercieron. Quisieron provocar violencia por parte de los indepes. Y fracasaron. Como fracasaron buscando urnas y papeletas. Como fracasaron intentando impedir el voto de prácticamente 3 millones de personas. Votos por el sí, por el no y en blanco.
Y por eso el juez Llarena quiere acabar la instrucción lo más rápido posible, antes de que la primavera de la verdad les deshaga la nieve artificial con la cual han construido un muñeco de nieve.
Porque los cadáveres y la verdad siempre (SI-EM-PRE) acaban flotando. Incluso cuando tienen muchos metros de nieve falsa encima.