Hola, me llamo Pep Tabarnia y, como mi propio nombre indica, soy partidario de la unidad indivisible de España, pienso que los indepes dieron un golpe de estado que puso en peligro la convivencia y considero que sus responsables tienen que pudrirse en prisión.
Escribo la presente carta porque quiero compartir públicamente mi desconcierto más absoluto. Y mi desmoralización. Yo seguía el juicio para ver cómo destrozábamos a los golpistas y sus mentiras. Y después de ver todo lo que ha sucedido hasta ahora, tengo la sensación de que me han dejado solo. Ojo, pero no me han dejado solo los golpistas, no sino... ¡¡¡LOS MÍOS!!!
¿Usted ha visto a los fiscales? ¿O mejor dicho, los ha oído? ¿Ha oído las preguntas que les han hecho a los sediciosos? Más que hachas afiladas eran ositos de Mimosín. Pero si les han permitido que se luzcan hablando de derechos civiles y de democracia. Pero si los hemos convertido en héroes y, lo que es peor, ¡¡¡en líderes!!! Nosotros teníamos que hundirlos en la miseria demostrando que son unos violentos tumultuosos que intentaron subvertir la legalidad y hemos creado unos referentes sociales. Y no sólo para los indepes!!! ¿Pero, esto qué es?
¿Y qué me dice de la abogada del Estado? Ella afirma que está preocupada por las críticas de los medios, pero quien está preocupado de verdad soy yo. Y mucho. En vez de ir a todas, de enterrarlos de pruebas y más pruebas de sus fechorías, les ha hecho unas preguntas de P4. Oiga, yo quiero sangre, yo quiero hígado, yo quiero toda la artillería funcionando a pleno rendimiento. Y lo que ha sacado ha sido una bolsita de cotillón con matasuegras, serpentinas, confeti y un sombrero con una goma. ¿Dónde están las pruebas que tienen que hacer que los golpistas se pudran en prisión, eing?
Y no me hable del Rajoy, la Soraya y el Zoido. Ni me los mencione porque en este tema voy muy calentito. ¡PERO MUUUCHO! Ante una rebelión tumultuaria violenta e insurreccional para destruir la democracia que nos dimos entre todos, resulta que ninguno de los tres dio ninguna orden, ninguno de los tres hizo nada, ninguno de los tres decidió nada y ninguno de los tres sabe qué medidas se tomaron para acabar con el golpe de estado.
Catalunya en guerra. Catalunya en llamas. Catalunya lanzando conos a la policía, y de manera flácida, que todavía sienta peor. Los Mossos pidiendo armas de guerra y lanzagranadas nucleares para poder asesinar a quien no piense como el supremacista Torra y el huido Puigdemont, que mientras sus compañeros a quienes abandonó están en la cárcel, él se pasa el día comiendo langosta y xuixos de crema. La Guardia Civil y las secretarias judiciales teniendo que huir de la turba asesina escalando muros de tejados... pero no muros normales sino muros de 3.000 metros (o más). Correos electrónicos donde se dice que sobre todo no haya violencia, cosa que quiere decir que la querían provocar. Seis mil coches de la Guardia Civil incendiados con los agentes dentro. Y nosecuantascosasmas... Y Rajoy, Soraya y Zoido mirándoselo en el programa de Ana Rosa. ¡¡¡Claro que no encontraron ni una puta urna, si estaban viendo la tele!!!
¡Es que ahora Rajoy dice que no hubo ningún referéndum y votaron más de dos millones y medio de personas, que yo les vi! ¡Es que ahora Soraya dice que no hubo independencia, cuando todo el mundo vio que fue un golpe de estado violento! ¡Es que ahora Zoido dice que, en vez de comandar personalmente la respuesta a la insurrección violenta para derrocar la orden constitucional, él delegó en no-sabe-quién, pero le suena que quizás la culpa es de un bedel del ministerio!
Pero espere, que no he acabado. Me falta repasar a los de Vox. Estuvieron días y días callados y yo esperaba que cuando abrieran la boca fuera para destruir a los traidores a base de pruebas irrefutables de su maldad (de la de los traidores). ¿Y qué han hecho? ¡Preguntitas de la señorita Pepis! ¿Dónde está su testosterona? ¿Dónde están sus gónadas bien puestas? ¿Dónde están aquellos machos que se visten por los pies? ¿Dónde está su virilidad y su hombría?
¡Nos han abandonado! Todos. Estamos solos. Usted y yo. ¿Perdón, qué dice? Ah, que usted no quiere saber nada... Bien, pues entonces estoy completamente solo. Y no descarto dejar de hacerme caso...