Es la pregunta de moda: "¿Qué pasará?". Y la respuesta más sincera que puedo ofrecerle no puede ser ninguna otra que esta: "Pues mire, ni idea". Porque especular es gratis total y todo el mundo puede atreverse a suponer cosas, pero si somos sinceros nadie sabe qué puede suceder realmente. Y cuando uso el concepto "suceder", usted ya me entiende, ¿verdad? Ahora bien, seguro que sucederan cosas. Y estas cosas tendrán consecuencias. Y le diré más, si no sucede nada (de nada), ya estará sucediendo alguna cosa. Y también tendrá consecuencias.
El Estado paralelo hace tiempo que trabaja para controlar la calle porque cree que es el lugar donde sucederá todo. De aquí nacen los casos Tamara y Adrià, una estrategia consistente en usar arbitrariamente todo el peso de una ley tuneada para aplastar a dos personas individuales y que eso sirviera de aviso y de lección para el resto. ¿Resultado? Manifestarse, protestar y oponerse ahora es considerado un crimen gravísimo que puede acabar con una acusación de terrorismo. Porque el gran delito de Tamara Carrasco y de Adrià Carrasco fue manifestarse. Y punto y final. No había más.
Pero en esta España tan erdoganmica que nos ha quedado, manifestarse es ETA. Bien, cuando se manifiesta segun quien, naturalmente.
¿Pero realmente, la gente tiene miedo? ¿Han conseguido acojonar al independentismo? ¿La gente renunciará a salir a la calle? ¿Hay gente dispuesta a ir a la prisión? Pues pregúntelo, pregúntelo. Sobre todo a gente de una cierta edad. Y quizás se lleva una sorpresa. Porque muchos (y muchas) de los que te preguntan qué pasará te acaban dando ellos la respuesta a ti. Y hacen cara de decirla muy convencidos. O quizás sólo sea una rabia que se verá calmada por aquello tan catalán del seny y el tortellet después de misa de once.
Hace días que en el ambiente se huele aquella calma que precede a la tormenta. Como cuando miras el horizonte y ves que se acercan unas nubes de un negro más negro que el negro normal. Unas nubes que escupen tantos rayos a la vez que te acaba llegando el sonido lejano de una sinfonía de truenos cabalgados los unos con los otros. Y mientras, donde estás tú los pájaros han callado, hay un silencio extraño y hace aquel airecillo inquietante que ni es exactamente un airecillo. Como un soplido en el cogote que no sabes de donde sale y que es tan inquietante que te hace encoger los hombros.
Y quizás la mejor manera de explicar esto indefinido que nos sobrevuela es con un ejemplo-anécdota menor, pero que dice mucho. Desde hace días, decenas de personas se bajan cada día dos aplicaciones de mensajería que tienen fama de ser muy seguras y bastante invulnerables: telegram y, sobre todo, signal. ¿Por qué lo hacen? Bien, pues es una reacción a este olor indeterminado que la gente huele en el ambiente.
¿Eso quiere decir que se prepara alguna cosa? No necesariamente. Pero tampoco tenía que haber urnas y aparecieron. Y tampoco se tendría que haber podido votar porque los servidores informáticos estaban controlados y posteriormente fueron atacados y acabaron votando más de dos millones y medio de personas.
Porque a veces las tormentas más terribles giran a última hora por un cambio repentino del viento, pero a veces tocan de lleno. Y entonces el agua se lo lleva todo por delante. Y la culpa es de lo que ha generado la tormenta.