Lunes por la mañana. Entierro de Montserrat Caballé. Los que van de "guailers" se refieren a ella como "la Montse". En medio de la ceremonia aparece el padre Apeles y empieza a repartir hostias entre los asistentes. De las de comulgar, naturalmente. Dice que lo hace porque es amigo de la familia.
Martes por la mañana. El espíritu del padre Apeles penetra en el interior de los grupos parlamentarios de Junts per Catalunya y Esquerra y se empiezan a repartir hostias. Entre ellos. Y de las otras. De las de la mano abierta, pero metafóricamente hablando. Lo hacen porque son una familia enemistada.
Y usted que se lo mira sigue sin entender la maldita diferencia entre sustituir y designar el voto delegado de los diputados suspendidos. Pero le diré algo: si quiere conservar la salud, déjelo estar porque es imposible entenderlo. Ah, y recuerde que pueden sustituir o pueden designar... o pueden bailar La Macarena, pero, en todos los casos, los diputados seguirán suspendidos.
Lo de sustituir o designar es como el aperitivo que te ponen en un menú de esos en que pagas un precio fijo y vas comiendo todo lo que quieres mientras tengas hambre. Se trata de cebarte al principio y que enseguida quedes harto. Este es el negocio del restaurante, que nunca llegues a comer más de lo que pagas.
Por lo tanto, olvídese del aperitivo este del sustituir o el designar y vayamos a los platos principales que permiten entender qué está pasando y por qué.
El primer plato principal es que hoy Esquerra le ha devuelto a Junts per Catalunya la bofetada del jueves pasado con todo eso del acuerdo aprobado el martes en el pleno. O sea que ahora mismo, con relación a este episodio, están empatados, lo que les permitiría empezar desde cero. O mejor dicho, desde una. Una hostia por cada lado.
Junts per Catalunya intenta preservar la figura de Carles Puigdemont, no solo por si acaso pueden reintentar la investidura, sino también para mantener tanto el relato de la restitución como el relato internacional. Y de paso aprovechan para desgastar la figura de Roger Torrent que, en unas elecciones próximas y con posibles inhabilitaciones efectivas de otros miembros destacados del partido, sería "el" candidato.
Esquerra opta por la vida "suave" como modo de preservar Torrent de posibles inhabilitaciones derivadas de acciones de desobediencia de decisiones judiciales aplicadas a esta Mesa.
Por lo tanto, Esquerra se agarra al informe de los letrados del Parlament que dice que, con la formula propuesta por JxCat, los votos de Puigdemont, Sánchez, Rull y Turull no pueden ser contabilizados. Y a partir de ahí argumentan que así no se preservan los derechos de sus diputados porque ahora no tienen ni el derecho a votar. Y añaden que seguir por ese camino significa que el independentismo pierda la mayoría y deje el Parlament en manos de los partidos del 155.
JxCat argumenta que "ni sustituidos ni suspendidos", porque así lo ha decidido el pleno del Parlament en la votación del martes pasado que Esquerra no quiso cumplir y que obligó al acuerdo del jueves, escenificado en la rueda de prensa del mismo jueves con Eduard Pujol y Sergi Sabrià y en la reunión y posterior comparecencia del viernes del president Torrent y el vicepresident Aragonès. JxCat dice que no se puede permitir que el juez Llarena decida qué pasa en el Parlament, que la propuesta presentada defiende la soberanía de la institución y de los diputados y que el voto de Esquerra con el PSC en la Mesa va en contra del acuerdo firmado.
Estos son los argumentos de los unos y los otros. Esta es la realidad, más allá de las discusiones sobre reglamentos y sobre palabras. Usted puede quedárselos todos, unos cuantos o ni uno. E incluso puede llamar al padre Apeles para que lo/la confiese de sus pecados. Los de usted, que seguramente son muchos, incluido el de haber perdido la infinita paciencia.