Pues no, en este país nuestro -tan bonito él- no se puede criticar que a una sociedad, invocando la libertad -sin especificar que se entiende exactamente por "libertad" -, le importe una higa que mueran mil, o diez mil, o cincuenta mil personas más de las que tendrían que morir durante una pandemia. Libertad o comunismo y cañas bien tiradas tapando a los muertos que saturan los tanatorios. Y partiendo de esta pintoresca manera de entender el mundo, claro, tampoco se puede decir que si actúan así con las muertes, como no quiere que perdonen la corrupción y deriven el debate Casado-Ayuso a discutir de los cacahuetes, cosa que condena a esta sociedad al abismo moral. Bueno, a ver, siempre que la corrupción sea de los tuyos. Esta es justifica siempre. Y cuando la denuncias, la respuesta es el "y tú más" dirigido a los otros. Porque los corruptos siempre son los otros.
Y aquí tampoco se puede decir que cuesta mucho entender -pero mucho- eso de las licencias por edad existentes en el Parlament. Ni que es una medida absolutamente intolerable, porque es que si lo dices hay gente que se enfada mucho. ¡Ojo, pero mucho, eh! Y tampoco se puede decir que todavía se entiende menos, que, una vez se hace pública una cosa que todos sabían, todos aceptaban y todo el mundo callaba, el personal del Parlament, en vez de dejarlo correr y echarle arena a las brasas, ahora estudie acciones legales contra la decisión de revocar estas licencias. Ni que se haga con el argumento que hacerlo "transforma en papel mojado el principio de negociación colectiva y el derecho de la libertad sindical". Oiga, estar cobrando tres años sin ir a trabajar -ojo, que primero eran cinco-, por mucho que unos cuantos se indignen, no tiene nada que ver con la negociación colectiva ni con ningún derecho a ninguna libertad sindical sino que tiene un nombre que empieza por "je" y acaba por "ta". Pero, como le comentaba, eso no se puede decir.
Como tampoco se puede decir nada de esta incomprensible huelga de profesores anunciada hoy. La pandemia ha mostrado cuáles son los sectores realmente básicos para la sociedad en los momentos más complicados. Y todos han estado donde hacía falta. Empezando por el personal médico y acabando por los transportistas, pasando por el personal de las tiendas de alimentación. Mientras, otros estaban en casa. Después, cuando se consideró oportuno, volvieron a las aulas a ejercer su fundamental tarea social. Y consiguieron que el sistema funcionara. Porque era muy importante que fuera así. Pero los principales sindicatos del sector educativo no han convocado huelga en protesta por la poca información, la improvisación o por el lógico descontrol sufrido durante estos dos años, no. Ni tampoco por la imposición del 25% de castellano español, cosa que implica una injerencia político-judicial en las aulas. La convocan ahora porque resulta que el curso se adelanta cuatro días y dicen que eso no les permitirá preparar el curso. Pero, ¿no habíamos quedado que los dos meses y medio de vacaciones escolares no eran de vacaciones del profesorado porque durante este tiempo preparaban el curso siguiente?
Y, finalmente, tampoco se puede decir que es sorprendente que cuando hablas de los privilegios de algunos aparezcan los puros de la cosa diciendo que lo que quieres es quitarles derechos legítimos. No perdone, los derechos son una cosa y los privilegios son otra muy diferente y son muy poco solidarios en una sociedad que pretende ser justa e igualitaria. Total, que como todo esto no se puede decir, no lo diremos. No fuera caso que a quien lo dijera lo amenazaran con querellas, se enviaran anónimos a su familia o se le insultara o difamara más de lo habitual. Por lo tanto, hablaremos del tiempo. ¿Qué, hoy parecía primavera, verdad? Y mire que todavía somos a mediados de febrero... ¡Y continua sin llover!