Ahora mismo se hace muy difícil saber hasta donde llegará la última riña en que Esquerra y Junts (y viceversa) se han cantado aquello de "Devuélveme el rosario de mí madre y quédate con todo lo demás. Lo tuyo té lo envío cualquier tarde. No quiero que me veas nunca más". Lástima que los boleros han desaparecido del espacio público porque la relación entre los dos grandes partidos indepes da para montar un festival temático donde actuarían Love of Lesbian, La Casa Azul, Stay Homas, Ocas Grasses, Maria Arnal y Marcel Bagés, Amicss de les Arts, Zoo, Judit Neddermann, El Petit de Cal Eril... Vaya, donde actuarían todos los que actúan en todos los festivales.
Los reproches más recientes de todos los que se hacen y se deshacen entre los dos partidos; o sea, la serie que empieza el jueves pasado; ¿van de veras o siguen siendo el tradicional tacticismo gallináceo? (mmmm, como me gusta haber podido colocar "gallináceo" en una pieza sobre actualidad política. A ver si puedo colar "tiro en el pie"). Quiero decir, ¿es un movimiento de peón por peón y algún alfil despistado, o esta vez van a por el rey? Porque si van al jaque mate, en la siguiente pantalla que se pone sobre la mesa el remedio será peor que la enfermedad (ve, le he despistado con el "tiro en el pie" y le he colocado "siguiente pantalla" y "poner sobre la mesa" en la misma frase. Usted vaya distrayendose y ya se lo encontrará). Pero, mirémonos los tres escenarios posibles (tooooma, ahora le he colado "escenarios")
Escenario 1: Supongamos que esto de ahora sigue siendo el tradicional tacticismo llufil, consistente -como su propio nombre indica- en que la llufa se la quede el otro. "Yo digo que soy yo quien quería negociar y tú quien no quería, pero realmente soy yo quien no quiere negociar, pero quiero hacer ver que eres tú" porque, dependiendo de cuál de los dos partidos habla, o bien A/ realmente quiero un nuevo tripartito a ver si te echo fuera del tablero de una puta vez convergente de mierda, o bien B/ realmente quiero elecciones a ver si esta vez gano yo, que es lo que debería suceder siempre, y te hago mear sangre por haber querido traicionarme con los Comunes.
Si una vez más fuera posturismo, pero al final pactaran la próxima semana -no hay margen temporal para ir mucho más allá- lo que sería un nuevo-renuevo Gobierno volvería a nacer no muerto, no, sino con un hedor como si dejas un pescado al sol el 15 de julio y lo pasas a buscar el 30 de agosto. Por lo tanto, sería un gobierno donde la palabra unidad estaría en la papelera de la historia, justo debajo de la piel de plátano de la merienda.
Escenario 2: Vamos a elecciones y los resultados hacen que sólo sea factible un pacto Esquerra-Junts o Junts-Esquerra. ¡Vaya, pero si esta película ya la hemos visto! Y más veces que Quo Vadis por Semana Santa. ¿Y entonces, qué? ¿Con la que está cayendo, nos dedicamos a perder tiempo y dinero para nada repitiendo la misma situación hasta el infinito y más allá? (Toooma, ahora le he clavado "con la que está cayendo").
Escenario 3: Vamos a elecciones, a los votantes indepes se les acaban de hinchar todas las partes inflables de su cuerpo humano, se quedan en casa y los resultados permiten un pacto PSC- Comunes con algún otro apoyo. Caray, pues qué manera más apasionante de hacer República, aquello del mandato y el bla, bla, bla, ¿verdad? Ah, y con nueve personas pudriéndose en prisión, más las que están en el exilio, las que el Tribunal de Cuentas les está perpetrando su ruina económica personal y familiar y todos los otros a quien la justicia política les quiere destrozar la vida.
Ayer escribí sobre esta ruleta rusa a la que juegan con balas de verdad creyendo que no lo son. Cuando en el cargador sólo hay una bala, la probabilidad de ganar es elevada. El problema es que ahora están jugando con el cargador lleno. Y se harán daño. Ellos, los suyos y nosotros.