Como los indultos a los presos políticos han llegado con una propaganda tan grande bajo el brazo, resulta que cuando, por fin, los conceden oficialmente, llevamos tantos días hablando de ellos que ya está todo dicho y no tenemos mucho a añadir. Es la típica resaca mediática de cuándo vendes durante una semana el mismo pescado y de tanto sacarlo y meterlo en la nevera, la pobre bestia hiede. Y con este calor más.
Mil trescientos veintiocho días después (si no me he descontado), Pedro Sánchez intenta tapar el repaso del Consejo de Europa convirtiendo en un gesto magnánimo que le sale de dentro lo que es un repaso con tres capas de pintura. Él lo llama reconciliación y generosidad cuando es una hostia con la mano abierta a la justicia española como no se ha visto en la historia reciente de Europa. Guste o no a los que ahora dicen que el Consejo de Europa no es la Unión Europea y que, de hecho, no es ni Consejo ni es de Europa y que de pequeño copiaba en los exámenes.
Sánchez I el Indultador ganó las elecciones prometiendo el cumplimiento íntegro de las condenas de los presos políticos y ahora dice que empieza una nueva etapa. Hombre (y mujer), sin duda para las nueve personas que han estado tres años y medio en prisión por la puta cara, sí. Y para sus familias, que sólo ellas saben por lo que han pasado. Pero, ¿qué etapa empieza? ¿La de la desescalada? ¿Ah sí? ¿La de quién? ¿La suya, no? Porque aquí hace tiempo que no escala nadie. Básicamente porque a la gente la bajaron de la pared a hostias. Físicas y legales. Con una ley que ellos mismos reconocen que fue aplicada de una manera... a ver cómo lo digo para no acabar en el Supremo... sí, de una manera original.
Lo dice la argumentación del indulto de Jordi Sánchez. Deciden concederlselo porque en su famosa carta de respuesta a la no menos famosa carta de Oriol Junqueras afirmaba que el 1-O fue una estrategia de negociación. Vaya, pues si ustedes le ponen esto en valor, ¿por qué a él y al resto les aplicaron el delito de sedición? ¿Si ahora para perdonarlos afirman que querían el acuerdo, por qué los condenaron por violentos? Ah, y los nueve quedan inhabilitados para ejercer cargos políticos, pero a Oriol Junqueras le reconocen que es un actor político importante que puede ayudar en los pactos. ¿Entonces por qué no le dejan ejercer esta capacidad que ustedes mismos (y mismas) le valoran?
Muy bien, ¿y después de los indultos qué? Nos dicen que se abre una vía de diálogo. Perfecto. Ya era esto, ya. Venimos de allí. ¿Y dónde la harán? ¿En la mesa de negociación? ¡Fantástico! ¿Y qué negociarán? Teniendo en cuenta que ayer Sánchez I el Indultador ya dijo que el marco es la Sagrada Constitución, a lo máximo que se puede aspirar es a una reforma del Estatut. Perfecto, es apasionante que después de todo lo que ha sucedido, el horizonte sea este. Pero es que esta película ya la hemos visto más veces que Ben-Hur por Semana Santa. Y no sólo sabemos cómo acaba sino que podríamos recitar todos los diálogos de memoria. Cuando nos dicen que sucederán cosas, de momento sucede que volvemos al 2006, cosa que confirmaría -ya que hablamos de películas- que "Regreso al futuro" no era ciencia-ficción y el mítico DeLorean está aparcado en doble fila en el Palacio de la Moncloa.
¿Indultos? ¡Sí1 ¿Pero, y el resto, qué? ¿Las otras tres mil personas asediadas por todo tipo de tribunales y juzgados, qué?. Los del 13 y 18, los del Tribunal de Cuentas, Marcel Vivet Regalón condenado a cinco años por unos hechos calcados al del conocido como "chico de la sudadera" y que el juzgado que a él lo ha absuelto dice que en ningún caso son delito, y etc.
Justamente el día en que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha vuelto a condenar a España. En este caso por el año de prisión impuesto en el 2008 a Tasio Erkizia por enaltecimiento del terrorismo. El TEDH dice que no sólo no existió ningún enaltecimiento sino que Erkizia "animó a continuar por un camino democrático hacia los objetivos políticos de la izquierda abertzale". O sea, justamente al contrario. Y como el caso ha pasado por la Audiencia Nacional, el Supremo y el Tribunal Constitucional, la nueva hostia es general a todos los estamentos judiciales del Estado. Ahora bien, esto sucede 13 años después de los hechos y la condena consiste en hacerles pagar seis mil euros al demandante en concepto de daño material y cinco mil por las costas. Y pare de contar. Por once mil euros, incluso usted y yo nos permitiríamos el gustazo de enviar a la prisión por la cara a unos cuantos. Y a unas cuantas. Y en el 2.034, que nos busquen.