Esta tarde me ha parado una persona por la calle y me ha dicho: "Oiga, hoy usted tiene que hablar de esto de Bargalló y la inmersión". Mi respuesta ha sido: "Perdone, pero es que no tengo mucha cosa interesante a decir ni a aportar porque de este tema (tampoco) no entiendo nada". Y el concepto "este tema" quiere decir el tema de cómo tienen que ser tratadas las lenguas en las escuelas desde el punto de vista técnico, porque desde el punto de vista social tampoco entiendo nada, pero sí que tengo una opinión.
Y esta opinión es que el actual modelo funciona. Y la prueba de que eso es así es la cantidad de gente (y, sobre todo, qué tipo de gente) se lo quiere cargar. Por lo tanto, no tengo ni la más remota idea de si hay que hacer (o no) cambios para mejorar el modelo de inmersión lingüística y, en caso de que deban hacerse estos cambios, cuáles son los más adecuados. Eso sí, me ha sorprendido (mucho) la manera cómo ha sido presentado. Tengo la impresión de que una cosa tan importante como esta ha aparecido sin previo aviso, demasiado rápido. Y la prueba es que el sindicato USTEC no ha hecho ningún tuit y se ha limitado a retuitear dos críticas o que la Plataforma per la Llengua ha emitido esta tarde un comunicado de urgencia pidiendo una reunión, cosa que quiere decir que no sabían nada del tema.
Me he leído el documento de 72 páginas presentado (y defendido) por el conseller Bargalló y observo el ruido que está generando. Lo que todavía no sé es si es un ruido real o es el efecto "tamborilero del Bruc", consistente en muy poca gente haciendo mucho ruido, de manera que parece que sea mucha gente haciendo mucho ruido. Y tampoco sé si todo el mundo que lo critica tan duramente en las redes se lo ha leído o bien hace caso a lo que le han dicho que dice o a lo que cree entender que dice un párrafo concreto, que es exactamente el mismo que se va repitiendo en la mayoría de críticas:
Pero los ignorantes tenemos la suerte de poder aprender de los que saben. ¿Y qué dicen? Pues uno de los más cualificados, Joaquim Arenas, uno de los padres del actual modelo de inmersión está en contra.
Por lo tanto, para hacerse una idea aproximada de la cosa, más allá del ruido en las redes, hará falta ir leyendo y oyendo qué dicen el resto de expertos. Porque no puede ser que la misma ley sea el fin de la inmersión y la muerte del catalán en la escuela y a la vez sea el fin del castellano en la escuela. Bien, a no ser que detrás de lo que dicen unos y otros no haya la inmersión sino la política, y más concretamente la guerra entre los "junts" i Esquerra, que se libra en cualquier trinchera. Y la lengua es demasiado golosa como para quedar al margen, sobre todo en estos momentos.