Año 1988. Quien escribe esto trabajaba en Ràdio 4. Gracias al esfuerzo de muchas personas (Xavier Foz, Andreu Manresa o Toni Traveria, de entre otros), y después de una primera travesía por el desierto (después habría unas cuantas más, hasta el día de hoy), por fin había un presupuesto más o menos decente para hacer cosas. Y consiguieron hacer una programación competitiva, que se vio complementada por la realización desde BCN y para toda España del matinal de Radio1. Era La Bisagra el programa de Xavier Sardà y el señor Casamajor.
Hasta que un día en uno de los corchos del pasillo de la sexta planta apareció colgada una nota. Recuerdo como si fuera ahora una de las frases del texto porque explicaba perfectamente el mecanismo de quien todavía hoy, 30 años después, no ha entendido nada: "La competencia de Catalunya Ràdio en Catalunya es Radio 1 y no Ràdio 4". Esta frase dice tanto de quien la redactó...
Por eso desde el primer día ha molestado tanto y a tantos el éxito de TV3 y Catalunya Ràdio. Porque quien quería una cosita pequeña y folclórica que no les privara del pastel de la audiencia, la notoriedad, el status y la publicidad, se encontró con un monstruo que la gente se lo hizo suyo. Y allí enseguida se dieron cuenta de ello. ¿Hace falta que recordemos como a mediados de los años ochenta, RTVE boicoteaba todo lo que podía y más a TV3 impidiendo que usara su red para enviar imágenes? ¿Hace falta que recordemos cómo las piezas grabadas en Madrid y que tenían que ser emitidas aquí venían en avión traídas por pasajeros voluntarios?
TV3 y Catalunya Ràdio no son perfectos. TV3 tiene una plantilla absolutamente sobredimensionada y envejecida y hasta ahora no se ha puesto a intentar combatir el cambio de hábitos de una sociedad que cada vez mira menos la TV convencional. Catalunya Ràdio todavía arrastra las consecuencias de graves errores de gestión causados por gente que pasó por allí sin tener ni idea de radio y por la falta de una apuesta decidida por un proyecto y un modelo claros.
Adoctrinamiento. Falta de pluralidad. Correa de transmisión política. Servilismo. Línea editorial demagógica. Eso es lo más suave que oímos estos días dedicado, sobre todo, a TV3. ¿Analizamos estas y otras acusaciones?
¿Empezamos por la de la manipulación y adoctrinamiento? 1/ la mayoría de gente que dice eso no ve TV3 ni escucha Catalunya Ràdio. Los de aquí hablan de oído. Y muchos otros ni tan sólo viven aquí. Pasa como con el adoctrinamiento en las escuelas "yo eso lo sé de primera mano porque tengo un conocido de un familiar que vive en Catalunya y lo sabe", 2/ no existe ningún estudio independiente con datos puros que demuestre este pretendido "adoctrinamiento", 3/ en cambio sí que hay estudios sobre la pluralidad de estos medios, como por ejemplo, este reciente del Consejo del Audiovisual de Catalunya. O una reflexión del periodista Josep Martí Blanch, quien fue secretario de Comunicación del Gobierno de febrero del 2011 en enero del 2016. O un estudio de media.cat de noviembre del 2014 sobre la pluralidad a las tertulias en la época del 9-N y que ofrecía estos resultados:
Pero va, supongamos que todos los estudios son falsos y que en TV3 se manipula, se censura y no existe la pluralidad. ¿Se supone que quien lo denuncia lo hace porque quiere unos medios públicos plurales y apolíticos, verdad? ¿Y que quiere que todos sean así, no? Pues bien, de todos estos grandes defensores de la pluralidad en TV3 nunca (NUNCA) he oído ni uno (NI UNO) hablando de que organismos como la Asociación de Prensa Internacional o la Federación Europea de Periodistas hayan denunciado la censura existente en RTVE. Ni les he oído ningún comentario sobre que el propio Consejo de Informativos de la cadena se haya quejado de la manipulación de los informativos de la casa. Ni han protestado por la realidad que hoy mismo ha explicado Diego Martínez, secretario de organización de CCOO y trabajador de TVE Sant Cugat: "Hay pruebas irrefutables de que en la redacción de Madrid se manipula la información que se elabora en Catalunya". ¿Y, sabe por qué no los he oído, ni les oiré abrir boca sobre lo que pasa en RTVE? Porque no son críticas sobre contenidos sino políticas.
Pasa lo mismo con la dirección de la cadena. Lo más suave que le llaman a Vicent Sanchis es "comisario político". ¿Hay que recordar de dónde viene Eladio Jareño, director de TVE? ¿Hay que recordar que fue jefe de comunicación de Alícia Sánchez Camacho? ¿Eso lo invalida para ocupar el cargo, y más en su caso? Evidentemente que no, ¿pero estos que dicen que Sanchis es el demonio, no ven ningún problema con Jareño? Ah, y creo recordar que Sanchis no ha tenido NUNCA ningún cargo relacionado con la política.
¿Hay que recordar que en febrero de 1997, José María Aznar López nombró director de RTVE al diputado del PP Fernando López Amor? ¿Hay que recordar que el junio del 2015, el entonces presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, dijo en el Congreso de los Diputados que era votante del PP y que lo seguiría siendo?
¿Eso es uno "y tú más"? No, es una comparación. En el supuesto de que las denuncias sobre TV3 fueran ciertas, tendrían que ser extensibles a todo el mundo que hace lo mismo, ¿no? Es que sino, no tienen ninguna credibilidad. ¿Hablamos de pluralidad en los medios públicos? Perfecto. ¿Pues hablemos de todos, no? ¿Alguien acepta?
Y, finalmente, ¿hace falta que hablemos de personas, políticos y no políticos, que son invitados a ir a TV3 o a Catalunya Radio y que no quieren ir? Personas que después se quejan en público de que sufren la marginación de los medios públicos catalanes. ¿Empezamos a dar nombres?
Insisto, ni TV3 ni Catalunya radio son perfectos, pero una mínima honestidad intelectual pediría el mismo tratamiento y la misma exigencia que en el resto de medios públicos. Y privados. Sí, sí, privados también. Porque la excusa esta según la cual los privados pueden hacer lo que los venga en gana implicaría permitirles la mentira y la manipulación. ¿Y eso sería feo, no? Aparte de deshonesto. Y se supone que TODOS los periodistas somos honestos, ¿verdad? Los públicos, los privados y los que cobran directamente por escribir lo que les dicen que deben escribir. U opinar.