Si usted tiene hijos adolescentes, no hace falta que le explique nada del fenómeno youtuber. Y, si es el caso, tampoco hace falta que le hable de la guerra a muerte entre "Miare" y "Dalas Review". Pero si no tiene hijos de esta edad, ahora mismo usted está como si yo le hablara de mecánica cuántica en idioma klingon y su concepto sobre los youtubers está ahora mismo a infinitos años luz de su conocimiento.
La cosa es que Maria Rubio "Miare", con 600 mil seguidores entre Instagram y Twitter y 800 mil suscriptores en su canal de Youtube, era pareja de otro muy famoso youtuber, Daniel José Santomé "Dalas Review", con un millón de seguidores en Instagram, 810 mil en Twitter y 5 millones y medio de suscriptores en Youtube. La ruptura acabó con denuncias de ella por maltrato y una demanda por la custodia del perro que compartían, Argos. No hace falta que le diga que los millones de adolescentes fans incondicionales de estos dos personajes están viviendo el caso con la misma intensidad que otras generaciones siguen la vida de Belén Esteban, que otras personas viven 24 horas al día pendientes de quién ficha (o no) el Barça o de los que ahora ni duermen pendientes de lo que sucederá con la Operación Patrimonio. Son edades, intereses y vida que convive en la misma bandeja, pero que no se mezcla. Como la lasaña.
Total, que el miércoles pasado se produjo el estallido definitivo del enfrentamiento entre los dos bandos y los millones de seguidores que arrastran. Un juzgado obligaba a Miare a entregarle a Dalas Argos, el perro que compartían y que ella ha estado cuidando los últimos dos años. La justicia considera que el perro es de Dalas porque cuando fueron a la perrera, quien firmó la adopción del animal fue él. La decisión sobre la custodia de Argos hizo que ella rompiera el silencio que mantenía en un vídeo que esta noche tenía 4 millones setenta y una mil visualizaciones y que le cuelgo por si quiere hacerse una idea del tema y, sobre todo, porque si no conoce el fenómeno de los youtubers, vea de qué va:
Pero, como no podría ser de otra manera, después ha aparecido la versión de él. Hoy ya tenía 3 millones doscientas mil visualizaciones:
Y ahora usted me dirá: "Oiga, ¿qué narices tiene que ver una riña entre una expareja de youtubers y la custodia de su perro con la lengua catalana, como dice el título de la pieza?". Bien, es que hoy Miare ha ido a Els Matins de TV3 a explicarle su versión de la historia a Fina Brunet. Y de repente una cifra brutal de adolescentes del todo el planeta se han conectado en la página de la cadena y han petado el servidor. Pero los que han podido acceder han empezado a comentar la jugada en Twitter y en poco rato la etiqueta #ArgosConMiareTV3 se ha convertido en uno de los trending topic mundiales. ¿Problema? El programa era en catalán y la inmensa mayoría de quien se conectaba no lo era. ¿Qué reacción cree que ha habido cuando se daban cuenta de que su admirada estaba hablando en un idioma que no entendían? ¿El rechazo habitual? ¿Los insultos de siempre? ¿Aquello tan famoso del "si saben hablar español, por qué no lo hablan para que los entendamos todos"?. Pues le he hecho una breve selección:
Efectivamente, todos tenían este tono. La queja era no poder ver a Miare, pero no he conseguido encontrar ningún mensaje (de los centenares) con el clásico y habitual exabrupto contra el catalán. ¿Qué ha pasado? ¿Ha sido un milagro? No, simplemente la gente ha actuado con naturalidad. Sin prejuicios. Les interesaba el contenido y lo que los ha fastidiado ha sido que fallara la conexión, no la lengua utilizada. El mecanismo mental ha sido diferente del habitual. ¿Y eso que quiere decir? Pues, creo, que básicamente dos cosas: 1/ que cuando abandonas los prejuicios y las manías personales, la convivencia con el otro es totalmente posible, 2/ que cuando te interesa una cosa, te espabilas para superar los obstáculos que pueda haber para llegar a ella.
Y, por encima de todo eso, una reflexión: quizás, y sin saberlo ni pretenderlo, Miare hoy ha hecho más por la normalización y el respeto por el catalán que un montón de campañas y esfuerzos dirigidos a quien ni quiere entender ni tiene ninguna ganas de hacerlo. Porque les mueven los prejuicios.