Que el fútbol no va de deporte ya lo sabíamos desde hace tiempo. Pero vivimos en un mundo tan descarado que ya no se molestan ni en disimularlo. No les hace falta. Porque no pasa nada. Observamos cómo el mago se saca el conejo del bolsillo, lo pone dentro del sombrero y aplaudimos emocionados haciendo ver que no hemos visto la jugada. Porque nos encanta tanto que el conejo salga del sombrero que se nos resbala saber que nos engañan. Por lo tanto, nos merecemos todo lo que nos sucede. Pero ahora viene la mala noticia. Efectivamente, como vemos en la última portada de Charlie Hebdo, todo es mucho peor de lo que nos pensábamos:
Pero antes de ir a la cosa, permítame una previa sobre las santas narices de publicarla, precisamente ellos, cuando en la redacción de su revista entraron dos iluminados armados y asesinaron a 12 personas e hirieron 11 más. ¡Chapeu! O, cómo diría Josep Lluís Núñez: ¡Japó! Una vez más, el bufón esquivando las balas que le vienen por todos los lados...
... o como con un dibujo, sólo con un dibujo, desnudas al mago, al conejo y al sombrero. Tac, tac y tac. Carambola de ingenio a tres bandas.
Pues sí, Qatar ha financiado, ha protegido y ha mimado a la cúpula de los talibanes que estaba en el exilio mientras occidente chapuceaba en Afganistán con un éxito tan evidente, que, después de marcharse por piernas del país, la gran obra que dejaron duró dos minutos. Uno menos en Canarias. Es la misma Europa que se exclama muy fuerte por como será el futuro de este Afganistán nuevamente talibán y se escandaliza por lo que les sucederá a las mujeres que viven allí mientras corre a la tienda a comprarse una camiseta del PSG con el nombre de Messi. O de Neymar. O quizás decidirá ponerse el suyo, para hacerse el importante.
Es esta Europa que -una vez más- hace un papel tan triste en la zona y que mientras gira la vista para no ver la realidad cuenta los minutos que faltan, cosa -esta- que hace junto con el resto del mundo -incluida China-, para que empiece el mundial de fútbol del Qatar. Porque, a ver, esta buena gente tampoco son un régimen tanto-tanto. Siiiií, no le niego que a veces tiene cositas, pero como tiene dinero -y muuucho- y la gente que tiene dinero cae más simpática que la que no tiene, sobre todo si a ti te dan una pequeña parte del que les sobra, ¿como no quiere que les perdonemos los detallitos, verdad? De hecho, no hay nada personal, sólo son negocios. Y cuando alguien te llena la cuenta corriente de dólares, tampoco puede ser tan malo, ¿no? Y a la gente generosa tampoco se le pueden hacer feos, ¿no cree?
Y, mire, el Barça -un club lleno de valores, según el día- también ha llevado escrito un Qatar bien grande en la camiseta. Y quedaba muy bien. Tanto que los ejecutivos del club decían que este patrocinio "había hecho mayor al club" y que "los éxitos que nos han acompañado son, en parte, obra suya". Gracias, pues, señores Qatar porque ganábamos por la gracia de Alá. Y gracias por ficharnos a Neymar y después a Messi y repetir en París la que hasta no hace mucho era nuestra delantera. Nos compraremos las dos camisetas. Y la de Sergio Ramos, a ver si nos hacen descuento. Que somos catalanes.
Oiga, y quien dice los cataríes dice Arabia Saudí, otro país de la zona que no tiene nada que envidiarlos y donde la Federación Española de fútbol celebra la final de la Supercopa. Y no lo hacen porque les pagan una morterada, no. Allí van precisamente por el clima, que es muy sano y agradecido, y por las vistas. Preciosas. De color verde césped y, sobre todo, verde billete, que es el que hace ver de otra manera la realidad del mundo y tapa las barbaridades de los regímenes bárbaros. Bueno, y tapa el recuerdo de que por allí veranea Emérito I. Ese veraneo que se le ha alargado un poquito.