Después del paso al lado (provisional) hecho por Carles Puigdemont, el trending topic de la crítica "tribunera" es: "Qué estafa. Se nos dijo que lo votáramos para que volviera, lo votamos y va y no vuelve".
Bien, sí, efectivamente. Puigdemont podría volver cruzando la frontera pilotando un ultraligero. O por mar, escondido dentro de una caja de sardinas. O haciendo un túnel desde Bruselas al Parlament usando una cucharilla de café. Sí, podría hacerlo, pero la sagacidad del ministro Juan Ignacio Zoido (ese adobo lo quiero que cruja) impediría que lo lograra con un mínimo éxito. Por lo tanto, a ver si es que no puede volver porque iría directamente a la prisión. También provisionalmente.
Por tanto, ¿cuando alguien dice "vóteme para ser president" y después este alguien no es president porque no le permiten serlo, es este alguien quien está estafando a sus votantes? ¿O bien el estafador (o estafadora) es quien no le permite ser president después de invitarlo repetidamente a que se presentara a las elecciones?
Pero, aparte de eso, ¿le parece bien que recordemos el contexto en el que se dijo aquello y por qué?
Veníamos del 155, de la fulminación de las instituciones, de los piolines actuando impunemente ante las urnas y en los bares de copas de BCN, de grupos neonazis agrediendo a gente y atacando medios de comunicación, de la destitución y exilio o encarcelamiento de todo el Govern y de los Jordis y de la convocatoria de elecciones por parte de Mariano Rajoy. Era, recordémoslo, cuando había aquella sensación de derrota, que nos había pasado por encima de un huracán de grado 6 sobre 5 y que, además, en las elecciones sumarían los del no. ¿Los que ahora hablan de estafa por haber prometido la restitución de las instituciones, qué relato creen que se tendría que haber hecho en aquel momento? ¿Presentarse a las elecciones renunciando a pedir la restitución de la situación anterior? ¿Sí? ¿Como si no hubiera pasado nada? ¿Resignarse y disimular silbando "El cóndor pasa?" ¿Salir y decir: "Oiga, se nos han petado el gobierno y el Parlament, tenemos los líderes políticos y sociales fuera de circulación pero nosotros haremos como si nada. Aceptaremos las reglas del juego que impone el Gobierno, nos olvidaremos de la realidad y haremos unas listas dejando de lado la clase política que había estado mandando hasta ahora en el país. Ah, y con una sonrisa de oreja a oreja"?
Oiga, que era una posibilidad. Pero me temo que los mismos que ahora se sienten estafados, si en aquel momento se hubiera escogido esta otra opción también se habrían sentido estafados. Y es que hay gente que siempre se siente estafada. Incluso cuando no se escoge ninguna opción.